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11 claves para enseñar motivación en el aula

9 Marzo, 2015

La motivación es la predisposición que uno tiene para promover un cambio, para realizar una transformación. La motivación es una fuerza interior que permite llevar a cabo una acción, un deseo de convertir el decir en hacer. La palabra motivación procede del latín motus que significa ‘causa del movimiento’. Pues bien, es ese movimiento el que permite pasar a la acción y modificar la conducta.

A continuación te contamos 11 claves para enseñarla en el aula:

1. Definir el objetivo. Nunca serás capaz de motivar a tus alumnos si no puedes definir previamente cuál es el objetivo por el cual tus alumnos querrán promover un cambio en su interior. Sin objetivo no hay motivación, es decir, de lo que se trata es de verbalizar dicho objetivo para que cale en lo más hondo de tus alumnos. Sólo conociendo lo que se quiere es como podrás ser capaz de desearlo.

2. Provocar el deseo. Una vez que tienes definido cuál es el objetivo que propiciará la motivación en tus alumnos, es cuando debes crear en dichos alumnos un deseo profundo e interior. El deseo es un arma tremendamente poderosa y muy probablemente es el motor principal para la puesta en marcha de dicho objetivo. Hay que ser conscientes de que en muchas ocasiones el deseo se provoca y tú como docente debes propiciarlo.

3. Mantener la pasión. Cuando tus alumnos saben lo que quieren y que lo quieren es el momento de prolongar la motivación mediante la pasión. La pasión es fundamental para mantener la motivación de tus alumnos porque cualquier pasión está íntimamente ligada a los sentimientos. En el momento en que la motivación se aúna con los sentimientos es cuando la realización de cualquier objetivo se hace más viable.

4. Visualiza el cambio. Si hay motivación, hay movimiento. El movimiento es sinónimo de avance, de cambio. Es muy importante que en el proceso de motivación los alumnos sean capaces de visualizar y verbalizar dichos cambios. Porque visualizando dichos cambios es como se consigue mantener la pasión y, por ende, la motivación.

5. Fomentar la excelencia. No hay peor enemigo para la motivación que la perfección. En este sentido es fundamental distinguir entre perfección y excelencia. De lo que se trata es de mantener la motivación pero sin pretender alcanzar la perfección del objetivo.

6. Premiar el logro y el error por igual. Sí, has leído bien. En el aprendizaje de la motivación hay que premiar por igual el logro y el error. Hay que entender la motivación como un proceso y dicho proceso no está exento de dificultades. Si tus alumnos aprenden a valorar por igual sus logros y sus errores, la predisposición de no abandonar su objetivo será mucho más alta y permitirá la transformación final, es decir, la consecución del objetivo.

7. Superar los miedos. En todo proceso de motivación es frecuente que aparezca el miedo de no poder llegar a cumplir con el objetivo marcado. El miedo es, sin duda, otro de los grandes enemigos de la motivación y puede presentarse de múltiples maneras. Nuevamente se trata de poner en manifiesto dichos miedos, verbalizarlos y tomar conciencia de ellos. Tus alumnos nunca serán capaces de eliminar sus miedos si no saben a qué le temen. Se tiene miedo a lo desconocido, a lo nuevo, al cambio y, precisamente, la motivación es conocimiento, novedad y transformación. De ahí que se establezca una lucha constante entre lo que les gustaría y lo que tienen, entre lo que dicen y lo que hacen. El miedo paraliza, mientras que la motivación es energía en constante movimiento.

8. Buscar el equilibrio entre la concentración y el descanso. En cualquier proceso en el que interviene la motivación hay que aprender a encontrar un equilibro entre el desgaste que implica la atención para llevar a cabo un objetivo y el descanso o relajación que dicho esfuerzo de concentración implica.

9. Huir del dolor para encontrar el placer. En el proceso de enseñanza de la motivación para la consecución de un objetivo es realmente importante ser consciente que en muchas ocasiones la motivación nace por el deseo de un cambio, un cambio que en muchas ocasiones viene determinado por el dolor ante una situación determinada. De hecho, muchos objetivos guardan una relación estrecha con el dolor que les provoca una determinada situación o condición. Hay que averiguar qué causa ese dolor en tus alumnos y enseñarles que huyendo de este dolor lo que se conseguirá es alcanzar el logro y no hay logro que no esté vinculado al placer.

10. Ser resilientes. La consecución de un logro, de un objetivo está cargado de adversidades, de miedos. De ahí que sea tan importante que tus alumnos sean unos alumnos educados en la resiliencia, en la capacidad de superar las adversidades y transformarlas en oportunidades.

11. Ser disciplinado. La disciplina es fundamental y está muy ligada a la cultura del esfuerzo, porque la organización para la consecución de un objetivo es un proceso en el que como docente puedes estar presente, pero depende en última instancia de tus alumnos. Aunque la disciplina también se enseña, como docente debes ser consciente de que el camino para enseñar motivación es un camino de acompañamiento y eso es lo que lo hace realmente grande, porque la consecución del objetivo será vista por tus alumnos como algo que han conseguido por ellos mismos. Esta es, sin lugar a dudas, la mejor recompensa y el mayor aprendizaje que puedes ofrecerles.

 (Fuente: https://www.justificaturespuesta.com)

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