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Guía de buenas prácticas en educación inclusiva
5 Diciembre, 2018
El derecho a la educación es mundialmente reconocido desde que en 1948 se proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos. Además, la Convención sobre derechos del niño (ratificada por 193 estados), reconoce este derecho a todos los niños y las niñas. En el año 2000, un informe de la UNESCO establece que la inclusión de la infancia con necesidades especiales o pertenecientes a minorías étnicas desfavorecidas, poblaciones migrantes, comunidades remotas y aisladas o barrios urbanos marginales, así como de otros excluidos de la educación, deberá ser parte integrante de las estrategias para lograr la educación para todos antes del 2015.
Actualmente, existe entre la comunidad internacional una voluntad unánime de fomentar un modelo de educación de calidad, intercultural e inclusivo. Los argumentos que avalan este modelo pueden encontrarse en distintas investigaciones e informes. Gracias a la Educación Inclusiva, alumnos con alto riesgo de exclusión podrán mejorar su aprendizaje y, por tanto, su calidad de vida. Pero la educación inclusiva no beneficia sólo al alumnado más vulnerable, sino a toda la comunidad educativa, como demuestran las prácticas contenidas en esta guía.
El enfoque de esta guía es diferente al de los manuales tradicionales ya que sus experiencias y recomendaciones no se dirigen a un colectivo concreto. Su objetivo es difundir una serie de buenas prácticas orientadas a mejorar la inclusión de todos los niños, niñas y jóvenes en los diferentes ámbitos educativos. De esta forma, aunque muchas de las prácticas que contiene surgen para facilitar la inclusión de colectivos concretos en un centro, todas ellas benefician al conjunto de la comunidad educativa implicada y bien podrían aplicarse para facilitar la inclusión de otros. En cuanto al concepto de buenas prácticas, comúnmente se definen como tal las formas óptimas de ejecutar un proceso, que pueden servir de modelo para otras organizaciones. Aunque este concepto se refiere a la calidad integral de la intervención, que también abarca la gestión y los procedimientos; para la inclusión de una buena práctica en esta guía, se ha valorado fundamentalmente que la intervención propuesta respondiera a las necesidades de los alumnos afectados, identificando las barreras al aprendizaje y la participación en el sistema educativo, y proponiendo soluciones para la superación de estas barreras.
El contenido que el lector encontrará en la guía se compone de proyectos (intervenciones de larga duración) o sesiones (de más corta duración) desarrolladas mayoritariamente en centros educativos, ya que la búsqueda de este tipo de prácticas era más fácil de sistematizar. No obstante, como se sabe que la educación no sólo se lleva a cabo en este tipo de establecimientos, se incluye también en la guía la práctica de una ONG. Pretender una recopilación exhaustiva en esta guía de todas las buenas prácticas sobre educación inclusiva que se están llevando a cabo en España sería ridículo. Por eso se espera que esta publicación permita el debate y la ampliación de las experiencias presentadas, así como un aumento en la sensibilidad inclusiva entre la comunidad educativa en particular y la sociedad en general.
Fuente.