Convivencia Escolar

Desregulación emocional en niños

La desregulación emocional en los niños puede manifestarse de muchas maneras, como cambios repentinos de humor, rabietas, dificultad para calmarse o reacciones intensas ante situaciones aparentemente cotidianas. Comprender las posibles causas de este desequilibrio es clave para ofrecer el apoyo necesario y ayudarles a recuperar el control de sus emociones, promoviendo su bienestar emocional a largo plazo.

Factores físicos

Entre las causas más relevantes están las físicas. Factores básicos como el hambre, la sed, la falta de sueño, enfermedades, deficiencias nutricionales o la falta de actividad física pueden desencadenar reacciones emocionales intensas o desproporcionadas. Por ejemplo, un niño que no ha dormido lo suficiente puede mostrar irritabilidad, dificultad para concentrarse o tener una baja tolerancia a la frustración. Identificar y atender estas necesidades es fundamental para fomentar un equilibrio emocional saludable en los niños. Un enfoque preventivo podría incluir la creación de rutinas consistentes que aseguren un descanso adecuado, una dieta balanceada y tiempo suficiente para actividades físicas al aire libre.

Sensaciones sensoriales:

Las dificultades en el procesamiento sensorial también tienen un impacto significativo en la regulación emocional. Los niños con hipersensibilidad a estímulos como el tacto, los sonidos, la luz o ciertos sabores pueden reaccionar de manera intensa o inapropiada ante situaciones comunes, como el ruido de un lugar concurrido o el roce de ciertas prendas. Por el contrario, otros niños pueden buscar constantemente estímulos adicionales debido a una hiposensibilidad sensorial. En ambos casos, estas respuestas pueden generar frustración o estrés, tanto en el niño como en su entorno. Crear un entorno cómodo y adaptado a las necesidades sensoriales individuales de cada niño es esencial para ayudarles a gestionar sus emociones de manera efectiva. Esto puede incluir estrategias como el uso de herramientas de integración sensorial (por ejemplo, auriculares con cancelación de ruido o juguetes sensoriales) o la consulta con un terapeuta ocupacional especializado.

Factores emocionales:

Los factores emocionales desempeñan un papel igualmente importante en la desregulación emocional infantil. Situaciones como el estrés, la ansiedad, el miedo, el trauma o la falta de herramientas para manejar las emociones pueden dificultar esta regulación. Por ejemplo, un niño que experimenta estrés constante en el hogar o en la escuela puede reaccionar con arrebatos emocionales frecuentes, aislamiento o conductas desafiantes. Además, la exposición a cambios significativos en su vida, como un divorcio, un cambio de escuela o la pérdida de un ser querido, puede afectar su capacidad para gestionar sus emociones.

Es esencial proporcionar un ambiente de apoyo y comprensión, donde los niños se sientan seguros para expresar sus sentimientos. Los adultos en su vida, como padres, maestros y cuidadores, pueden enseñar estrategias para el manejo emocional, como el uso de técnicas de respiración, la identificación de emociones y el desarrollo de habilidades para resolver problemas. Las intervenciones tempranas, como el trabajo con psicólogos o terapeutas especializados, también pueden marcar una diferencia significativa en la vida de los niños que enfrentan estas dificultades.

Factores sociales:

El entorno social de un niño también influye en su capacidad para regular las emociones. La falta de habilidades sociales, conflictos con compañeros o la exposición a dinámicas familiares negativas, como discusiones constantes o falta de atención, pueden incrementar la dificultad para manejar emociones. Además, la presión para cumplir expectativas altas o lidiar con el rechazo social puede generar sentimientos de inseguridad y frustración. Fomentar relaciones positivas, ofrecer tiempo de calidad y reforzar su autoestima son formas de fortalecer su regulación emocional.

Apoyo y estrategias:

Ayudar a los niños a desarrollar habilidades de autorregulación requiere un enfoque integral. Algunas estrategias útiles incluyen:

  • Modelar la regulación emocional: Los niños aprenden observando a los adultos. Mostrar cómo manejar emociones difíciles de manera saludable les proporciona un ejemplo práctico.
  • Validar emociones: Hacerles saber que sus sentimientos son normales y comprensibles refuerza la conexión emocional y les ayuda a sentirse seguros.
  • Fomentar el juego y la creatividad: Actividades lúdicas y creativas, como dibujar, jugar o practicar deportes, pueden ser canales efectivos para expresar y procesar emociones.
  • Establecer límites claros y consistentes: Los niños se sienten más seguros cuando comprenden lo que se espera de ellos y cuentan con una estructura predecible.

Con el enfoque adecuado, los niños pueden aprender a identificar, comprender y gestionar sus emociones, lo que no solo mejora su calidad de vida, sino que también fortalece sus habilidades para afrontar desafíos en el futuro.

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Fuente: centroruku.cl/

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