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Barreras que impiden la escuela inclusiva y algunas estrategias para construir una escuela sin exclusiones
4 Marzo, 2019
Compartimos este artículo como recurso didáctico puesto que ofrece, desde el punto de vista del autor, las principales diferencias entre los conceptos de integración y de inclusión Además se describen las barreras que las prácticas de integración han originado para la construcción de una cultura escolar y social inclusiva. Y por último, se proponen una serie de estrategias pedagógicas que favorecen la construcción de una escuela y una sociedad sin exclusiones y donde se cumplan los derechos humanos.
Hacia el final del siglo XX y principios de éste se ha generado un movimiento educativo y social sobre la inclusión sustentado en el principio de equidad o de oportunidades equivalentes, donde lo fundamental no es que las personas y colectivos diferentes para participar en la vida social tengan que experimentar cambios previamente, sino que el cambio cultural supone que sean los sistemas los que tenga que cambiar para no excluir a ninguna persona, ni a ningún colectivo, por razones de género, etnia, hándicap, enfermedad, procedencia o religión. La forma de concebir la escuela en este artículo está inspirada en los principios e ideales del Proyecto Roma, a saber: la confianza en la competencia cognitiva y cultural de todas las personas, el trabajo cooperativo y solidario, la calidad de las relaciones como calidad de vida, y el valor de las diferencias. Por ello la premisa es que todos los seres humanos son competentes para aprender. Compartir este principio requiere una ruptura del paradigma deficitario propio de la escuela tradicional, donde se legitiman las desigualdades humanas como algo absolutamente común, por un nuevo paradigma competencial inclusivo donde se valoran las diferencias como valor y cualidad. Desde esta concepción de escuela hablar de inclusión es hablar de justicia y, parece lógico, que para construir una sociedad justa y honesta sea necesario desarrollar modelos educativos equitativos que afronten con justicia los desequilibrios existentes en la misma.
La escuela está viviendo un momento muy significativo en relación con la educación inclusiva. En los últimos años al arco iris humano que se forma en nuestras escuelas es aún más hermoso que el arco iris celeste. Las aulas de cualquier colegio son un mosaico de culturas. Esto, más que un problema es una oportunidad única, y un reto también, para lograr una educación en valores donde el respeto, la participación y la convivencia sean los nuevos pilares en los procesos de enseñanza y aprendizaje. La educación inclusiva ha sido una de las preocupaciones centrales de las políticas educativas al requerir de la escuela y de su profesorado una adecuada preparación para acoger a todos los niños y niñas, y a toda la juventud del mundo, ya que todos tienen derecho a la educación. Pero no a una educación cualquiera, sino a una educación de calidad. Y ésta sólo se logra cuando se educan juntos. El sistema educativo no debe tener derecho a acoger a un cierto tipo de estudiantes y a rechazar a otros, por lo tanto, es el sistema el que debe cambiar para contemplar la diversidad en nuestras aulas y no al revés.
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