Tiempo atrás fui a ver Los Miserables y en la mayor parte de las escenas de este musical (basado en la obra de Víctor Hugo) me pareció estar disfrutando de gigantescos cuadros pintados. El vestuario, la iluminación, el movimiento de los personajes y la ubicación de los objetos sobre el escenario remitían, continuamente, a la pintura francesa del siglo XIX y, como no podía ser de otro modo, recurrentemente encontraba los mismos personajes que Delacroix pintara en La Libertad guiando al Pueblo, envueltos en el humo tricolor de la bandera francesa.
Me puse a reflexionar acerca de cuántas veces delante de nuestros ojos pasarán imágenes que pertenecen al legado cultural de la humanidad como citas y ecos, camufladas o enmascaradas en medio de otros productos, a veces artísticos y otras con fines más bien prosáicos. Quien pueda distinguir esos destellos estéticos haga de cuenta que halló un pequeño diamante. ¿Exagero?
Estoy convencida de que una educación de calidad no lo es tal si falta en ella una buena cuota de formación estética y si los jóvenes no son educados para ver críticamente; no el simple acto de ver, sino aprender a comparar, diferenciar, explicar verbalmente lo que se observa, a relacionar una imagen con otra, y, al fin, interpretar.
Una educación plástica y estética constante durante toda la educación general básica posibilitará la apropiación por parte de los chicos de las herramientas intelectuales necesarias para desarrollar en sí mismos criterios de selección y elección, porque en medio de tanto oportunismo y demagogia mediática ¿de qué otra manera podrían filtrar el aluvión de imágenes que inunda nuestra cultura , que de todas maneras no puede ser calificada como cultura de imágenes? (La Edad Media sí lo fue, aunque se trataran de unas pocas imágenes en comparación con nuestra actualidad).
Las imágenes se leen al igual que las palabras y las notas musicales, es decir que no basta con ver, hay que comprender lo que se está viendo situándonos unos peldaños más arriba de este acto primario de la percepción. La comprensión de una imagen plástica, publicitaria o cinematográfica se logra realizando un trabajo de descubrimiento capa tras capa, como si estuviésemos pelando una cebolla.
En un proyecto titulado “Préstamo de imágenes” que trabajo con mis alumnos, tratamos de desentrañar cómo las imágenes son utilizadas y re-utilizadas, cómo se entrecruzan a lo largo de la historia, de qué manera se resignifican y qué transposiciones se producen. El trabajo es arduo, porque en esos pequeños espacios escolares donde pareciera atrincherarse el aprendizaje del juicio estético, el alumno (y el docente) debe hacer el esfuerzo de interpretar diferentes expresiones artísticas y conectarlas entre sí. La satisfacción consiste en descubrir que, a veces, las que creíamos imágenes gratuitas y banales (¡porque las hay en cantidad!) ocultan interesantes puertas laterales.
Vaya aquí un pequeño ejemplo.
Habíamos estudiado la representación de la figura humana en el Renacimiento italiano y, dentro de los numerosos estilos que caracterizaron a los varios artistas que pintaron y esculpieron por aquellos siglos, contraponíamos las robustas figuras de unos con la delicadeza de otros. Dentro de este último grupo teníamos una pintura con una mujer desnuda rodeada de otros personajes de Botticelli. Con una larga cabellera casi dorada, la piel de mármol, saliendo del mar en una sinuosa y aristocrática pose no podía ser menos que una reina o una diosa. En el Nacimiento de Venus, la diosa está parada en contrapposto, como en las esculturas greco-romanas de la antigüedad, el peso del cuerpo recae sobre una pierna mientras flexiona la otra, cubriendo su cuerpo con las manos; las líneas abstractas, no naturales, se repiten en las olas del mar, los cabellos y el ropaje...
A principios de la década del ’90 en la revista First, salió una publicidad gráfica con una modelo rubia casi en la misma postura que la Venus de Botticelli (creo que era la Claudia Schiffer). Allí está en la página de la revista naciendo de una caja de embalaje de ropa interior; esta vez no se cubre el cuerpo porque debe mostrar el producto y mira insinuantemente al lector-receptor. El mar imita los arabescos que usó Botticelli, pero esta vez es una textura digital a dos o tres colores mucho más abstracta que la del quattrocentista. La analogía de las formas, la posición de la figura principal y otros elementos secundarios hacen que la cita que se pone en operación en la propaganda sea directa y fácil de identificar tal como el ejemplo nombrado en Los Miserables, pero primero el alumno debe haber conocido y estudiado al original para poder juzgar la pertinencia de la cita o de la transposición de la imagen. En la publicidad gráfica hay varios de estos casos, en los que la influencia artística proviene de la pintura. En cambio, en los films o películas abundan más las referencias al propio género (a excepción de directores que aportan una fuerte formación pictórica). Por lo general, se toman secuencias de clásicos como Metrópolis (Lang, 1926), El acorazado Potemkin (Eisenstein, 1925) -probablemente una de las películas más citadas-, Citizen Kane (Wells, 1941), Psicosis (Hitchcock, 1960), Un perro andaluz (Buñuel y Dalí, 1929).
Trabajar con imágenes fílmicas o de video conlleva un esfuerzo extra, que consiste en disponer de más tiempo que el habitual para ver por primera vez la secuencia seleccionada -que quizás dure 2 ó 3 minutos o quizás dure 20- y luego volver a examinarla. Posiblemente, el conocimiento previo que los jóvenes tengan sobre filmografía clásica sea menor que el de películas de actualidad, a menos que hayan sido especialmente estimulados en este arte en su hogar. Por otro lado, aquellos films no tienen proyección habitual en los canales de televisión, a diferencia de las películas de acción, aventuras y ciencia ficción. Otro aspecto, entonces, a tener en cuenta es que el docente que trabaja con medios sabe que, por lo general, deberá proveer la mayor parte del material de estudio.
Analicemos ahora un ejemplo de comparación entre una pintura y un film.
¿En qué punto podemos relacionar El matrimonio Arnolfini, de van Eyck con Blade Runner, de Ridley Scott? Parece una asociación imposible, pero después de haber visto la película una docena de veces me di cuenta de que la escena en que Deckard (Harrison Ford) amplía hasta lo indescriptible una fotografía, él –y nosotros- descubre que la habitación fotografiada tiene un espejo circular que refleja la imagen virtual de alguien (una replicante) que no está en la escena. En el cuadro de van Eyck, poblado de figuras, también hay un espejo convexo en la pared del fondo que nos devuelve la imagen de dos personas no retratadas. Al igual que en la foto que examina pacientemente Deckard, plano tras plano nosotros miramos el cuadro deteniéndonos en cada objeto hasta llegar al fondo. Sorprendentemente, la foto muestra ciertos detalles muy propios de los interiores holandeses de la época de Jan van Eyck, que fue un pintor flamenco.
En este punto el docente de Artística tendrá suficiente material para trabajar, desde dos puntas, numerosos contenidos de plástica: la pintura renacentista (especialmente la flamenca, que difiere en ciertos aspectos de la italiana) y el espacio cinematográfico, la representación naturalista, el espacio ilusorio, la óptica, imágenes fijas y en movimiento, la ambientación (un interior burgués contrapuesto a un interior de hotel con futuro decadente) y, en suma, todo aquello que crea pertinente o que pueda agregar a partir de una excusa.
¡Cuántas cosas hay por develar! A lo mejor exageré cuando dije lo del diamante, pero hay que buscarlo de todas maneras. Las imágenes están ahí, esperándono; muchos artistas han hecho bien su trabajo y nos están invitando a descubrirlas junto a nuestros alumnos. ¿Qué tal ese constructivismo ruso afichista en una presentación de América TV?
Sobre el autor:
• Silvia I. Demaría,
Licenciada en Artes Plásticas y profesora en el tercer ciclo de la Educación General Básica y en el Polimodal de Comunicación, Arte y Diseño. Investiga la representación de imágenes en los niños.
Fuente:
•
www.contexto-educativo.com.ar