"El gran reto de la educación es reconocer la dimensión subyacente de los valores a la hora de trabajar determinados contenidos curriculares en el aula y que están aparejados tanto en los saberes previos del estudiante como en los del docente, para que desde este ejercicio de reconocimiento se transite a la explicitación de valores . Condición básica si se quiere una formación en valores que rebase la frontera del aula y aterrice en la vida cotidiana.”
Educar en valores: Premisa básica en la sociedad del siglo XXI
Escrito por: Guadalupe Mora Tufiño. Asesora Académica de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 211 - Puebla. México
La educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él
(Delors, 1996:96).
Introducción
La educación, a lo largo de su historia en la sociedad moderna ha sido objeto de un constante análisis crítico en relación al papel que juega dentro del desarrollo humano en los diversos países en donde, ésta, es el eje rector del progreso social de las comunidades.
Pareciera que desde el nacimiento de la Escuela Pública, la educación entra a un proceso de evaluación sin fin, de forma permanente se le cuestiona sobre su pertinencia, su funcionamiento y su calidad.
Desde esta condición estructural de la educación escolarizada, se podría afirmar que la dinámica en la que se mueve el mundo real, no es la misma dinámica en la que la escuela se desenvuelve, no existe un ejercicio de correlación entre las demandas de la sociedad y lo que la escuela enseña en sus aulas.
Nuestra escuela es aún una escuela que prepara para vivir en un mundo de ficción, en espacios cerrados donde el abordaje de los contenidos curriculares no se vincula con la realidad de la vida cotidiana, donde el individualismo se considera la clave del éxito, y no se educa para tomar consciencia sobre de los problemas sociales y sobre la importancia de trabajar en colectivo para la generación de alternativas de intervención educativa, pues, sólo la cooperación y el respeto hacia el otro pueden evitar que la crisis social en la que vivimos,
se agudice.
Y, así la educación desde la primera mitad del siglo XIX, el siglo XX y lo que va del siglo XXI, está en crisis, se encuentra atrapada en un laberinto sin salida, donde ni los decretos legislativos, ni las políticas públicas emanadas de esas leyes, ni los diversos programas educativos tendientes a lograr una educación de calidad son suficientes para transformar la realidad de la educación pública a nivel internacional.
Se habla e incluso (se hacen programas para educar en valores, nos dice Mayer, se afirman los valores de la democracia, del respeto a la diversidad, de la solidaridad, cuando en todo el mundo y también en Europa, asistimos a una falta de tolerancia hacia los diferentes, cercanos o lejanos (1998:218)
Sin embargo el panorama a pesar de parecer desolador, no le es del todo, toda vez que la crisis ha generado una serie de propuestas en el área de las ciencias sociales y humanidades, donde desde la mirada de la sociología, la psicología, la filosofía, la antropología y la propia pedagogía, se plantean reflexiones críticas y alternativas viables para abordar la problemática educativa.
De tal forma que la literatura sobre el tema de la educación es demasiado prolija y mucha de ella lo suficientemente argumentada para poder regir o sostener una política educativa o el diseño de un programa educativo, pero desde mi mirada, considero que el problema radica en la ausencia de un diagnóstico integral contextualizado y pertinente del problema educativo de un país. El gran obstáculo para avanzar en educación radica en trabajar sobre modelos universales de escolarización, sobre valores universales, de tal manera que la libertad y la equidad en educación sólo son discursos que no operan en el aula.
Mostrar la complejidad de la realidad de la educación no implica, pues, renunciar a la búsqueda de opciones viables para abordar los problemas de la educación de forma eficiente y eficaz. Se trata de asumir la responsabilidad de una postura educativa que pretende fusionar la diversidad social y cultural.
Con el propósito de generar diversos modelos pedagógicos que tengan como base el dialogo sobre el conocimiento entre valores universales y valores particulares a la hora de llevar a cabo el acto educativo. Se trata de construir una propuesta de dialogicidad entre objetividad y subjetividad entre conocimiento basado en la ciencia y conocimiento socialmente construido desde la realidad concreta, por parte de los sujetos participantes (e insertos en el dialogo educativo. Pues, como afirma Stengers (1992 en Mayer, 1998). «No existe una lectura de lo existente, sobre todo si se trata de situaciones que afectan a los seres humanos y a su ambiente, que no sea ya implícitamente interpretativa, y que prepare o comporte, de manera implícita, elecciones o juicios de valor» El gran reto de la educación es reconocer la dimensión subyacente de los valores a la hora de trabajar determinados contenidos curriculares en el aula y que están aparejados tanto en los saberes previos del estudiante como en los del docente, para que desde este ejercicio de reconocimiento se transite a la explicitación de valores. Condición básica si se quiere una formación en valores que rebase la frontera del aula y aterrice en la vida cotidiana.
A. La educación en la sociedad del siglo XXI
La sociedad del siglo XXI, nombrada como sociedad del conocimiento o sociedad regida por la globalización plantea a la escuela de los diversos niveles educativos romper con los paradigmas de enseñanza ancestrales e insertarse en modelos pedagógicos más vinculados y cercanos a la realidad social imperante. Se le exige a la escuela una educación que se rija bajo una posición problematizante, es decir vista en el sentido de liberar en la comunicación las instancias creativas e interrogativas del educando.
Por ello se considera que la educación en la sociedad contemporánea debe concebir el acto educativo, como un acto ético, toda vez que educar es una actividad intencional que a través de la interacción social entre docente y discente se ejerce un conjunto de influencias que tienden a formar las disposiciones que corresponden a los fines de la sociedad y de la cultura en la que el individuo está inserto. Ya que la educación está siempre vinculada con los estilos de vida históricamente determinados, la pedagogía al delinear los criterios de formación, siente los efectos de los ideales políticos, de los intereses económicos y del tipo de sociedad en la que funciona.
Se espera en este saglo que la escuela se convierta en un motor de cambio, para ello se requiere que la institución educativa forme por y para la vida.
Sobre la escuela descansa la demanda de transformación social, por tanto el perfil deseable para la escuela implica que ésta asuma… el papel de cambio y mejora de la sociedad a través de la formación de ciudadanos críticos y responsables. De una educación abierta a la sociedad (Calatayud.2008: 11).
La escuela debe constituirse en la estrategia de cooperación para el desarrollo en el siglo XXI, para ello el modelo de escuela, en su parte estructural debe ser público, laico, plural y democrático. Se requiere de una escuela donde todas y todos quepamos, en la que cada persona tenga las mismas oportunidades de acceso al conocimiento al propio desarrollo.
B. Educación en valores
La educación valores la entendemos en este escrito, más en su sentido de formación en tanto la totalidad de los acontecimientos que confluyen intencionalmente para ejercer una influencia en el individuo.
Pensar la educación implica incorporar lo social, los valores, lo permanente lo intercultural, pues la educación como proceso de interacción social aunada a los valores, no es una herramienta, ni un medio, sino un fin en sí misma.
La educación en valores, es la estrategia, para que en la sociedad prevalezca la justicia social y la equidad en la distribución de los recursos, para que exista corresponsabilidad y solidaridad entre los pueblos.
Sólo una educación centrada en valores, permite alcanzar los objetivos del nuevo milenio, enfocados en lograr una educación para la paz, el cuidado del medio ambiente, el desarrollo social y humano, la construcción de una educación antirracista.
Los grandes problemas sociales que aquejan a la humanidad del siglo XXI, deben ser trabajados en los programas académicos de los diferentes niveles educativos, deben formar parte de la propuesta curricular, pues el saber, por sí sólo, no sirve: hay que utilizarlo para trabajar en la construcción de una sociedad más sglidaria, más libre, más justa. Es urgente cerrar la fisura entre la realidad y el mundo de la escuela.
Trabajar por una formación en valores, implica tener claro una estrategia educativa para trabajar en salón de clases donde la herramienta sea confrontación crítica, que permita trabajar incluso temas controvertidos, sobre el análisis y la explicitación de los valores subyacentes. La premisa básica de esta tesis radica en conceptualizar a la educación como lo plantea Luhmann (1998:226), cuando argumenta que la educación es acción intencionada, es decir, acción a la que se le atribuye una intención.
La educación como comunicación (Luhmann, ibíd.) Nos permite poner un tema o problema social a discusión, desde el que se pueden dar diferentes puntos de vista, así como los diversos modos de resolver un problema. Bajo esta lógica el estudiante gana (por la comunicación de esta intención) la libertad de tomar distancia o aun de buscar otra posibilidad y de encontrarla.
Una escuela que trabaja la formación en valores desde esta propuesta pedagógica es una escuela que se asume socioconstructivista. El enfoque socioconstructivista al abordar el aprendizaje y la formación integral del educando requiere poner en tela de juicio los valores implícitos que aún están presentes en nuestra escuela.
Al respecto Carrizosa Hernández, en su artículo: La formación: pasado, presente y futuro, nos dice:
Lo más importante en el proceso enseñanza aprendizaje, va ser el tipo de relación que establezcamos, si lo que el maestro enseña es una relación, su propia capacidad de apertura y de escucha entonces se aprende desde ese compromiso; como formadores tenemos el compromiso de crear espacios para dejar aprender. Así, una educación, que genera formas de pensar y puede dejar la libertad de aprender va estar basada en la relación entre el sujeto y el mundo, implica un acompañamiento y no el moldeamiento del otro, si lo logramos podemos pensar que la acción de aprender es una acción ética (2004:37).
La metodología pedagógica para un aprendizaje de los valores, es una acción ética basada en la experiencia activa del sujeto de aprendizaje, el estudiante se concibe no como simple receptor de informaciones sino como alguien que resuelve situaciones problemáticas a las que debe ser sometido gradualmente.
Por otra parte, el docente debe partir de reconocer que en el momento de trabajar los contenidos curriculares, estos están atravesados por una visión del mundo, de tal manera que estos contenidos encierran definiciones implícitas de valor.
Los valores, por tanto, deben en primer lugar «descubrirse», sacarse a la luz, para poder examinarlos y poner en evidencia las contradicciones, que a menudo se introducen en las personas. Se trata que a través de la confrontación o pedagogía problematizante se supere el obstáculo epistemológico presente en la educación en valores. Es necesaria la dialogicidad entre los valores explícitos e implícitos para construir un pensamiento crítico en los estudiantes.
Siguiendo a Posch (1993: 29 en Mayer: 1998). Cuando los valores implícitos que se transforman en comportamientos son en gran medida inconscientes e indiscutibles es comprensible que no se cambien por los valores expuestos o explícitos. De tal forma que la alternativa para superar el obstáculo epistemológico que dificulta la formación en valores es aceptar la premisa de que los valores pueden ser construidos como los conocimientos y junto a los conocimientos de que forman parte.
Conclusión
En síntesis, una educación en valores, para lo sociedad del siglo XXI, exige un modelo pedagógico de tipo socioconstructivista, basada en la estrategia del dialogo pedagógico, donde la discusión argumentada en el espacio en el aula, es la condición fundamental para superar la instrucción, la dialogicidad educativa privilegia los diversos puntos de vista, por otra parte el papel del docente debe estar centrado en la neutralidad metodológica para construir desde el diálogo educativo prácticas realmente democráticas las únicas capaces de dar un sentido creativo, crítico y constructivo a la formación en valores.
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Fuente: www.ieepuebla.org.mx