Convivencia Escolar

Educar y suscitar emociones en la educación: análisis crítico de su contribución al desarrollo moral

26 Abril, 2020

El documento que compartimos corresponde a un artículo en el que se analiza, desde una perspectiva crítica, la propuesta de la educación emocional que se encuentra basada en la psicología positiva y la inteligencia emocional. A partir de este análisis, se destaca su aporte al desarrollo humano, pero se identifica una inclinación a favor del bienestar y en contra del malestar, que puede generar una educación permisiva o débil a nivel moral. Por lo mismo, se concluye que una educación integral requiere suscitar emociones positivas y negativas para el bienestar subjetivo, ya que ambas contribuyen al desarrollo moral de las personas. La educación del siglo XXI, tiene entonces la gran misión de incorporar una visión unificada del ser humano, donde la razón/emoción (mente/cuerpo), existen en forma integrada, haciendo del acto educativo un proceso muy complejo, que debe valorar e incluir la subjetividad de cada estudiante en el diseño pedagógico.

Las emociones son parte de la dimensión afectiva‐social de las personas, por lo que cumplen  importantes funciones en la formación personal y social, de modo que una educación integral, en las diferentes etapas del desarrollo humano, debe considerarlas en forma sistemática, ya sea en contextos formales, no formales o informales. No obstante, la concepción histórica‐cultural que ha dominado el escenario educativo de las naciones occidentales, ha fundamentado que la esencia del ser humano es de carácter racional, desvalorizando o menospreciando el ámbito emocional, lo cual ignora el constante entrelazamiento que existe entre estas dos dimensiones. A consecuencia de esta realidad, ha estado presente por largo tiempo en las escuelas una hegemonía del ámbito cognitivo por sobre el afectivo. Esto se traduce, en que no es importante lo que sienta el alumnado o el profesorado, ya que el sentir se dejaría al margen del proceso pedagógico, lo cual es imposible, debido a que las personas no pueden educarse en forma fragmentada. En este sentido, lo que ha sucedido es que las emociones han sido ignoradas o reprimidas, lo cual también es un error desde la perspectiva del aprendizaje significativo.

A modo de aclaración, en el artículo compartido se hace mención al sentir o a los sentimientos haciendo referencia al sentimiento de las emociones, caracterizado por una duración breve. Por lo tanto, no se alude a los sentimientos que tienen una estructura cognitiva distinta a la de las emociones y son más duraderos en el tiempo. Con respecto al significado de la emoción, es posible indicar, que ha sido definida como una “respuesta afectiva intensa y breve que se produce en respuesta a un suceso o a una situación determinada, y que va acompañada a cambios corporales específicos y está relacionada con lo que es importante para nosotros”. Para complementar esta definición, es preciso mencionar que las emociones se encuentran formadas por los siguientes cuatro componentes: a) el sentimental o cognitivo subjetivo: concienciación fenomenológica; b) el de estimulación corporal o biológico: activación fisiológica y respuestas motoras; c) el sentido de intención: motivación dirigida a metas; y d) el social‐expresivo o sociocultural: comunicación social.


Mujica, Felipe Nicolás (2018). Educar y suscitar emociones en la educación: análisis crítico de su contribución al desarrollo moral. ENSAYOS, Revista de la Facultad de Educación de Albacete, 33(2). Recuperado de oa.upm.es
 

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