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El futuro del lenguaje inclusivo en la educación chilena tras su supresión de las escuelas francesas

El lenguaje no debe entenderse sólo como un sistema de signos o una capacidad para expresar sentimientos o pensamientos por medio de la palabra; el lenguaje es también una construcción social, puesto que establece realidades e identidades. Y eso justamente, es lo que debe reflejar el lenguaje inclusivo. También conocido como lenguaje incluyente, lenguaje igualitario o lenguaje no sexista, el lenguaje inclusivo es una práctica lingüística que, además, de evitar ser sexista, incorpora a lo femenino, lo masculino y otras identidades.

Otras definiciones con enfoque no sexista señalan que “el lenguaje inclusivo hace referencia a toda expresión verbal o escrita que utiliza preferiblemente vocabulario neutro, o bien hace evidente el masculino y el femenino, evitando generalizaciones del masculino para situaciones o actividades donde aparecen mujeres y hombres”, como la que encontramos en la Guía del lenguaje inclusivo de género del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) del gobierno de Chile. Ahora bien, está perspectiva de lenguaje inclusivo también tiene detractores y en algunos países se ha prohibido su uso en el sistema escolar, como ocurrió hace poco en Francia, lo que podría tener repercusiones en el resto del mundo, incluido Chile.

La policía lingüística

Con todo, para expertos como el profesor Fabián Cabaluz, las oportunidades educativas que abre el uso del lenguaje inclusivo son sólo positivas. Experto en educación popular, el docente de la Facultad de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales de la UAHC, señala que todo lo que signifique visibilizar brechas sociales y sexogenéricas para ampliar el debate es una suerte de triunfo simbólico. “Rescatando el legado de Paulo Freire, podemos decir que estas formas de reconocimiento del otro y la otra desde el lenguaje, ante alteridades de una realidad diferente a la mía, legitiman principios fundantes de la vida democrática y una sociedad mínimamente tolerante y abierta al cambio”, explica sobre un aporte social de este nuevo hablar.

Pero, ¿Qué otros aportes realiza a nuestras sociedades el lenguaje inclusivo? La socióloga Carol Chan agrega que el lenguaje inclusivo enseña también que el género no es binario y en muchos contextos, incluso, ni siquiera es lo realmente importante. “No es siempre relevante saber si estamos hablando de una persona masculina o femenina, como no es siempre relevante saber la nacionalidad o etnicidad de una persona en una conversación o relato cuando se describe la realidad o un hecho. El lenguaje es algo construido por nosotros/as mismos/as. En el ejemplo del idioma inglés, incluso en el siglo XIV la ortografía no era algo fijo, no había diccionarios y reglas legitimadas por instituciones sobre la gramática o la ortografía correcta, etc. El lenguaje es parte de la cultura humana, que por su naturaleza debe cambiar con el tiempo y con más conocimiento sobre las experiencias humanas como el género”, señala sobre cambios propios del caso francés donde se debe cuestionar la fuerte asociación que se hizo entre abolir el lenguaje inclusivo y la supuesta amenaza que este presenta para la identidad nacional local, destaca.

Sobre esta hegemonía del lenguaje, la doctora en Educación, Marcela Betancourt y magíster en didáctica e innovación pedagógica, llama a la precaución ante las prohibiciones basadas en imposiciones academicistas. “Desde esta línea académica y elitista se cree que el lenguaje es uno solo, que cualquier nuevo contexto podría perjudicar ese estado o su comprensión lectora, comunicativa, política. Esto habla de realidades que están totalmente divorciadas de lo social, de las complejidades del lenguaje más urbano y cambiante, lo territorial y natural. Lo que se está discutiendo en Francia tiene que ver con las hegemonías adultocéntricas del lenguaje al no permitir el ingreso del lenguaje inclusivo a esta realidad que, muchas veces, es creada precisamente por el lenguaje. Lo que se busca es, precisamente, evitar nuevas realidades”, señala la responsable del Magíster en Educación, Liderazgo Transformacional y Gestión Escolar de la UAHC.

Concluyen las lingüistas destacando que realizar modificaciones en un terreno tan conservador como son las lenguas permite expandir el horizonte sobre lo que se cree inamovible. “No es posible validar la existencia de una policía lingüística de ningún tipo”, plantea Araya. Burgueño concuerda en que hemos vivido hitos similares en el español para normar el uso de partículas como el “hubieron” respecto del “hubo”, “obscuridad” por “oscuridad” o “setiembre” y “septiembre”, hechos que finalmente decantaron por aceptación cotidiana. “Son modificaciones que nadie puede detener o incentivar más allá de la costumbre. Finalmente es el hablante quien lo acepta y lo hace suyo ya sea por comodidad, efectividad o economía lingüística. Si no fuera así, quién sabe, tal vez seguiríamos hablando con formas gramaticales del Siglo XIII”, reflexiona la académica.

Salazar, Carlos (2021) El futuro del lenguaje inclusivo en la educación chilena tras su supresión de las escuelas francesas. Sitio web biobiochile.cl. Sección Noticias Nacional. Chile. Recuperado de biobiochile

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