Convivencia Escolar

El orientador escolar como agente interno de cambio

18 Septiembre, 2019

 

El documento que destacamos esta semana fue escrito por autoras españolas cuyo propósito es resaltar la función que los orientadores de los centros educativos pueden cumplir frente al desarrollo y consecución de programas de mejora. Se describe el papel del orientador escolar a partir del análisis de las tareas, tanto de las que puede asumir en los procesos de cambio como de las que, por su formación y trayectoria, articula durante los mismos. Se explicita, asimismo, el trabajo que este profesional aborda juntamente con el equipo directivo, con los profesores y con el alumnado del centro, destacando las potencialidades y características que lo convierten en un líder educativo comprometido con la mejora continua de la escuela. Esto implica que el orientador contribuya al desarrollo de una convivencia escolar sana, nutritiva, armónica e inclusiva.

La imperiosa necesidad de incrementar la calidad de la educación pasa necesariamente por prestar especial atención a la mejora, cualitativa y cuantitativa, de los centros docentes. La investigación y la práctica educativa han evidenciado que para que esto sea posible de manera sostenida, hay que centrar los esfuerzos en que las escuelas desarrollen sus capacidades internas para el cambio. Desde esa perspectiva, los avances actuales en el movimiento de mejora de la escuela se encaminan hacia la elaboración de propuestas en las que se potencia esta capacidad interna de la escuela. Entre ellas destacan iniciativas tales como las comunidades profesionales de aprendizaje, en las que se refuerza la necesidad del aprendizaje de toda la comunidad escolar a partir de planteamientos de apoyo y colaboración mutua; el liderazgo distribuido, como marco que promueve repartir la información, las responsabilidades y las decisiones entre toda la comunidad, o el liderazgo docente, íntimamente ligado a las anteriores propuestas. La idea que subyace a todas ellas es que es necesario fomentar y utilizar las fortalezas del centro y de todos sus miembros para conseguir cambios duraderos que solventen las dificultades reales de cada escuela.

Aun a riesgo de caer en una temeraria generalización, es posible afirmar que la cultura escolar predominante en muchos centros, independientemente de la latitud en que se encuentren o del nivel educativo que impartan, favorece actitudes de aislamiento y privatización de la práctica educativa. Posiblemente la desmotivación y la falta de compromiso que se da en la actualidad entre muchos docentes estén detrás de esa cultura del aislamiento; desmotivación generada entre otros motivos por la creciente complejidad que requiere su tarea, la falta de apoyo institucional y la pérdida de reconocimiento social. Ante esta realidad resulta imprescindible denotar la importancia y responsabilidad con la que el director o directora, como líder formal de la institución, cuenta para hacer que amainen las corrientes que desestabilizan los pilares de la institución educativa. En este artículo se pone de manifiesto que si bien el director es el líder tradicional de la escuela, este no se encuentra solo para afrontar dicha responsabilidad. De esta forma se releva el trabajo que el orientador puede llevar a cabo en los centros educativos, actualmente infrautilizado.

Fuente: Martínez, Cynthia; Krichesky, Gabriela; García, Alba (2010) El orientador escolar como agente interno de cambio. Revista Iberoamericana de Educación. Nº 54, pp. 107-122. España. Recuperado de rieoei.org

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