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Las huellas en los libros: la subjetividad que va más allá de la experiencia lectora
26 Septiembre, 2017
“Si este libro se perdiere”, es una de las frases que aparecen escritas en la última página de "Curso completo de geografía universal antigua y moderna", de M. Letronne que data del año 1837 y que pertenece al Fondo General del Archivo Central Andrés Bello. Es justamente allí, en medio de miles de libros ordenados en estanterías metálicas en un gran salón del primer piso del núcleo patrimonial de la U. de Chile, ubicado en Casa Central, que el equipo liderado por Ariadna Biotti y Tomás Cornejo se encuentra buscando las marcas y huellas de quienes por décadas han revisado los ejemplares allí custodiados, en el marco del proyecto "Rastros lectores".
Boletos del transporte público, poemas de amor y anotaciones son algunas de las cosas que han podido encontrar los investigadores, que por más de un año han ahondado en un ámbito poco explorado en nuestro país: qué marcas dejan los diferentes lectores en los textos, y cómo ello nos lleva a la necesidad de "pensar qué es un libro porque más allá del texto puede ser un objeto de intimidad muy grande, donde se pueden guardar cartas íntimas, donde se conservan cosas que a veces son parte de la vida privada de las personas", explica la experta en la historia del libro y la lectura en Chile, Ariadna Biotti.
"Es tratar de encontrar esa humanidad tras una biblioteca que asume una historia muy institucional", agrega la investigadora sobre esta iniciativa donde están explorando en "rastros de la operación de lectura" de diversas generaciones, a partir de lo cual "estamos tomando conciencia de un objeto que tenemos acá pero que no lo habíamos mirado en su totalidad".
Uno de los casos que están trabajando en el proyecto es el de la académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Eliana Dobry, quien donó su biblioteca a la U. de Chile. A partir del estudio de estos materiales en el marco de este proyecto, Biotti y Cornejo han podido revisar sus libros intervenidos: Dobry quitó portadas y pintó primeras páginas a fin de proteger su colección de filosofía marxista en el contexto de la dictadura.
Es así como están ahondando en "cómo muchas veces un libro deja de serlo, como en el caso de los mensajes que están dentro del libro. Ahí deja de ser un libro y pasa a ser una caja para guardar algo. Esa dimensión objetual y material del libro también nos interesa", señaló el investigador Tomás Cornejo.