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Libro “Nadie dijo que sería fácil” revela claves del éxito de escuelas de buen rendimiento en sectores de pobreza
7 Diciembre, 2015
La efectividad de las escuelas, es decir, que sus estudiantes logren los objetivos de aprendizaje definidos, es un propósito esencial de los sistemas educativos. Sin embargo, esta es una cualidad escasa en la educación chilena, y cuando se alcanza, su mantención en el tiempo no está asegurada. Las trayectorias que experimentan los establecimientos educacionales no son lineales, son dinámicas en el tiempo y dependen de factores como cambios en la comunidad local, en las políticas educativas, la dirección, el trabajo técnico-pedagógico, e incluso de tensiones al interior de los colegios.
Esas son algunas de las conclusiones del libro Nadie dijo que era fácil. Escuelas efectivas en sectores de pobreza, diez años después (LOM, 2015), coordinado por Cristián Bellei, Liliana Morawietz, Juan Pablo Valenzuela y Xavier Vanni, junto a un grupo de 18 investigadores. El libro presenta un seguimiento del estudio ¿Quién dijo que no se puede? realizado en 2004 por Unicef, de gran impacto y que investigó a un grupo de establecimientos considerados especialmente efectivos, porque sus alumnos alcanzaban logros educacionales superiores a los de la gran mayoría de las escuelas que trabajaban con estudiantes y condiciones similares. Tras una década, el libro Nadie dijo que era fácil buscó conocer y comprender la evolución que han tenido durante un decenio este conjunto de escuelas y analizar los factores que explican sus trayectorias.
Las escuelas estudiadas son: Lucila Godoy Alcayaga, de Coquimbo; la Escuela Básica de Cuncumén, Salamanca; la Escuela República de Grecia, de Las Cabras; la Escuela Particular Melecia Tocornal, de Chimbarongo; Amelia Vial de Concha, de Hualañé; la Escuela Básica Aguada de Cuel, de Los Ángeles; el colegio Abel Inostroza Gutiérrez, de Cabrero; la Escuela República de Grecia, de Chiguayante; la Escuela Arturo Prat, de Cañete; la Escuela Básica Emilia Romagna, de Traiguén; el Colegio de Cultura y Difusión Artística, de La Unión; la Escuela Diego Portales, de Laguna Blanca (Punta Arenas); la Escuela Francisco Ramírez, de San Ramón; y el Colegio Aprender de La Pintana.
Para conocer la efectividad de las escuelas, los investigadores analizaron datos sobre su desempeño para el decenio 2002 - 2012, utilizando un conjunto de indicadores como el efecto de cada escuela sobre los resultados SIMCE, la eficiencia interna considerando las tasas de retención y repitencia; y la equidad, esto es, la distribución de los aprendizajes entre los estudiantes y el que una mayor parte de ellos superara ciertos umbrales de desempeño.
Los investigadores visitaron cada una de las catorce escuelas, entrevistaron a profesores, directivos, alumnos, apoderados y miembros de las comunidades, observaron las dinámicas y estudiaron informes y documentos, para reconstruir la historia de cambios vivida en estos diez años. El libro presenta en detalle las conclusiones sobre cada escuela y analiza las tendencias generales.
El estudio encontró que poco más de la mitad de las escuelas había sostenido su desempeño educativo, mientras las otras lo disminuyeron, aunque en diferente medida.
Factores clave
El estudio encontró que sostener el buen desempeño y mejorarlo depende fuertemente de la presencia de líderes escolares –principalmente directores y jefes de UTP-con capacidad para coordinar el trabajo docente, cuidar la organización de la escuela, y responder oportunamente a los cambios del contexto. Un propósito central de su labor es mantener una “cultura de efectividad”, esto es, una identidad colectiva basada en principios de autoeficacia, orientación al logro y disciplina. Los casos estudiados que lograron en mayor medida sostener su efectividad sortearon de mejor forma el (inevitable) recambio de docentes, acumulando y desarrollando capacidades profesionales curricular-pedagógicas, tanto a nivel individual como colectivo.
Asimismo, resultó clave el cuidado y desarrollo del capital profesional docente, lo que incluye cuidar las condiciones laborales, mantener un clima de confianza y sentido de comunidad profesional y generar espacios de crecimiento y aprendizaje entre los profesores. Además, mantuvieron un clima escolar conducente al aprendizaje de los estudiantes.
Los sostenedores son también críticos para la sustentabilidad escolar. Debido a que en el sector privado ellos no cambian, las escuelas que ya habían alcanzado un alto nivel de efectividad a comienzos del 2000 tendieron a ser más estables a través del tiempo. En el sector público esto fue diferente, por lo cual el cambio de las autoridades de departamentos y corporaciones municipales o la reorientación de sus políticas pueden tener un enorme impacto en las trayectorias de mejoramiento y la sustentabilidad de lo alcanzado. El libro concluye que las escuelas son organizaciones sensibles y la falta de consideración sobre sus necesidades, problemas y desafíos internos por parte de las autoridades a cargo puede deteriorar las condiciones de enseñanza-aprendizaje.
Finalmente, las principales políticas públicas de esta década –la jornada escolar completa, la subvención escolar preferencial y el programa de integración escolar- son reconocidas en prácticamente todas las escuelas estudiadas como muy relevantes.
Según explican los autores, las conclusiones generales del estudio y los aprendizajes específicos derivados de cada escuela investigada proporcionan insumos relevantes para quienes trabajan en el campo educacional, ya sea diseñando políticas, formando docentes, gestionando escuelas o enseñando a los estudiantes.
Mejoramiento escolar
El libro “Nadie dijo que era fácil” se enmarca en un esfuerzo mayor del CIAE por comprender cómo, en el mediano y largo plazo, las escuelas chilenas enfrentan las dificultades y aprovechan las oportunidades que se les presentan en su empeño continuo por proveer una buena educación a todos sus alumnos. Fruto de esta misma iniciativa se publicó en mayo de 2014, junto Unicef el libro “Lo aprendí en la escuela. ¿Cómo se logran procesos de mejoramiento escolar?” (LOM, 2014).
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