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Nuestra letra nos delata
15 Enero, 2018
La escritura es única e irrepetible en cada uno de nosotros. Habla de lo que somos y de nuestra historia. La Profesora del Taller de Grafología: Otra Mirada al Interior de la U. del Pacífico nos cuenta cómo nuestra letra nos delata. Descubre qué dicen sobre ti las formas y los espacios de tu manera de escribir.
“El ser humano es un todo y su firma forma parte de ese todo, siendo lo más espontáneo que presenta el individuo en su escrito, debido a que creamos nuestra primera firma a los dieciocho años, como una primera muestra de nuestra responsabilidad social”, comenta Paula Cerda, Perito Calígrafo y Grafológico que es Profesora del Taller de Grafología: Otra Mirada al Interior de la Universidad del Pacífico, el cual se dictará durante enero de 2018.
La especialista, quien dentro de su amplio currículum es Profesora de Neuroescritura, Educadora de Párvulos (PUC) y actual estudiante de Psicología en la U. del Pacífico, agrega que “la elección de nuestra firma no es un hecho aislado, forma parte de nuestra historia. No es lo mismo escribir la firma con nombre y apellido o representarla a través de una rúbrica, una acción que por lo general vemos históricamente en la firma de los hombres, quienes hasta hace unos años debían esconder sus emociones frente a la sociedad”.
Para la grafóloga, saber este tipo de análisis también puede ayudarnos a conocernos mejor. “El acto de escribir no es un hecho al azar, sino que es el resultado de la interrelación de todas las áreas corticales del cerebro, y la escritura es única e irrepetible en cada uno de nosotros, lo que habla de nuestra historia, de lo que somos, de nuestras cualidades, intenciones y sentimientos”, asegura.
Es por ese motivo que en sus talleres en la U. del Pacífico invita a los participantes a escribir unas cuantas líneas para confirmar que nada es al azar, incluso la ubicación de la firma en la hoja de papel o el uso o no uso de márgenes. “Lo escrito es importante, tanto como lo no escrito. Los márgenes dan cuenta de nuestros niveles de autorregulación, de autocontrol, hablan de las normas, y estas son impuestas a medida que crecemos, incluso antes de entrar al colegio. Al mismo tiempo que nos enseñaron a controlar esfínteres, a usar la cuchara, se nos condujo a dibujar en una hoja de papel y no sobre las murallas. La enseñanza escolar a través de la escritura nos va modelando, enseñando a vivir en sociedad”, comenta.
Qué dicen las formas y los espacios
Paula Cerda señala que un elemento clave para este análisis es la teoría espacial del psiquiatra suizo, filósofo y fundador de la Sociedad Suiza de Grafología, Max Pulver, quien plantea que lo de arriba se relaciona al idealismo, espiritualidad e intelecto; lo de abajo a lo biológico, el disfrute, la sexualidad, el trabajo, la materia, vale decir, con la supervivencia de la especie; lo que va a la izquierda, a la madre, al pasado, a lo íntimo; y la derecha, al futuro, el devenir, la socialización, la extroversión y, el padre, entre otros.
Del mismo modo, las formas de los símbolos son reflejo de la personalidad. “El psicólogo alemán, Ehrig Wartegg, basándose en la proyectividad simbólica y arquetípica del psicoanálisis, concluyó, tras experimentados estudios, que toda expresión gráfica (letras, formas, dibujos) proyectada en un campo gráfico está compuesta por figuras geométricas simples: la recta, curva, ángulo y punto. Identificó, de cada una de las figuras, un trasfondo que podría ser extrapolado simbólicamente a la conducta, sosteniendo que si un individuo manifiesta espontáneamente predilección especial por alguna de estas formas, estaría proyectando una faceta actitudinal personal”, explica.
Por ejemplo, la especialista dice que un cuerpo de texto con letras que se inclinan a la derecha, indica una mirada al futuro, que puede confirmarse al momento de sellar el texto con la ubicación de la firma también en el espacio derecho. “Cada gesto, cada forma, cada elección que hacemos al escribir, da cuenta de un individuo en particular”, sostiene.
Lo mismo pasa con cada palabra y letra, que al analizarlas en detalle muestran microgestos semejantes. “Por ejemplo, la cursiva es la que nos muestra la espontaneidad, y el uso de la letra script o la imprenta da cuenta de máscaras sociales y de cómo te enfrentas al mundo”, aclara la experta.
También en el estudio grafológico se analiza el uso de rectas, curvas, ángulos, puntos y círculos, y se sopesan las tendencias en su utilización. Así, por ejemplo, la experta plantea que si hay mayoría de rectas, señala claridad, lo lógico, la capacidad de síntesis, eficiencia y concreción. Al contrario, lo curvo nos muestra cordialidad y adaptación al cambio.
Los ángulos, por su parte, pueden dar cuenta de niveles de impulsividad, de intransigencia, pero también de disciplina, perseverancia y claridad: “Muestran los límites, la intolerancia, el cambio drástico de dirección y firmeza, pero muy necesarios para la toma de decisiones”, acota.
Los puntos muestran los niveles de seguridad e inseguridad. “Son el detalle y la búsqueda de seguridad y, aunque sea una mínima expresión gráfica, demuestran los niveles de atención y aplicación”, precisa.
Finalmente, los círculos son la estructura del ego. “Su uso da cuenta de creatividad, afectividad, emocionalidad y contención. Por eso que dejar círculos abiertos muestra cierta vulnerabilidad, dependiendo de la dirección de su apertura; lo mismo que remarcar el cierre de los mismos en ciertas zonas, nos dirá el grado de protección que damos a ciertos aspectos de la vida, lo que es fundamental a la hora de reforzar a nuestros niños a través de la escritura a un fortalecimiento de su estructura yoica”, concluye la profesora de Grafología de la Universidad del Pacífico.
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