Aprendizaje

ABP: 7 claves para trabajar por proyectos en el aula

Partir de un desafío real, asumir un rol docente de guía y apoyo, favorecer el trabajo colaborativo, alentar la indagación y la autonomía, desterrar el miedo al error, evaluar de manera continua son algunos ejes centrales del Aprendizaje Basado en Proyectos.

El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) apareció como una de las metodologías más repetidas en las conversaciones pedagógicas durante la pandemia: la desestructuración de la escuela permitió, tal vez como nunca antes, flexibilizar los tiempos y espacios y pensar proyectos en equipo, entre docentes de distintas materias.

“El ABP encarna unos elementos esenciales particulares: el alumno como protagonista activo, el docente como presencia que guía, la indagación como camino central del aprendizaje, la integración de los contenidos, la evaluación formativa constante y el uso del tiempo y el espacio de modo flexible”, definen Josefina Arrighi y Marisol Maña, especialistas en el tema. ¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de implementar esta metodología en el aula? A continuación, repasamos algunos aspectos centrales que no pueden faltar en el diseño de una propuesta de ABP.

1. Partir de un desafío real

“El ABP implica que yo les dé a los chicos un desafío cuya respuesta aún no tengo definida, o que pueda tener varias respuestas. El docente primero tiene que conocer a los alumnos con los que está trabajando, ver qué potencialidades tienen. Además, generar un entorno de confianza y de apoyo recíproco, donde todos puedan opinar tranquilamente, donde nada de lo que se diga va a recibir burlas, sino que será un punto de partida para que surjan ideas”, explica Mariela Guadagnoli, profesora de enseñanza técnica en construcciones en Gálvez, Santa Fe, nominada al Global Teacher Prize en 2020.

La autenticidad de la propuesta potencia la motivación de los estudiantes, permite conectar con sus intereses y, en muchos casos, habilita que el proyecto tenga un impacto concreto en la comunidad, trascendiendo el ámbito de la escuela.

El docente primero tiene que conocer a sus alumnos, ver qué potencialidades tienen. Además, generar un entorno de confianza y de apoyo recíproco, donde todos puedan opinar.

2. Asumir un rol docente de guía y apoyo

El ABP “requiere de un docente que se corra del centro de la escena como único poseedor y transmisor del saber, hacia un rol de facilitador de los procesos de enseñanza y aprendizaje, a la vez que le demanda una alta dedicación y planificación al tener que diseñar una gran cantidad de ayudas educativas adecuadas para cada uno de los grupos de estudiantes”, explica el libro Claves y caminos para enseñar en ambientes virtuales, editado recientemente por un equipo de especialistas de Educ.ar.

Es interesante esta reflexión del pedagogo catalán Albert Sangrà: “A pesar del hecho de que muchos todavía quieren creer que el valor añadido del profesor reside principalmente en lo que sabe –es decir, los contenidos–, el futuro nos muestra que lo más importante no es esto, sino el método: la forma como nosotros, los profesores, hacemos las cosas, cómo proporcionamos a los estudiantes los instrumentos que necesitan para crecer, para encontrar la información –el conocimiento– que los hará capaces de distinguir entre información verdadera y falsa, y cómo les inculcamos un sentido crítico. La manera de conseguir que las personas aprendan será lo que nos distinguirá, lo que nos hará mejores y nos dará prestigio”.

El ABP requiere de un docente que se corra del centro de la escena como único poseedor y transmisor del saber, hacia un rol de facilitador de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

3. Favorecer el trabajo colaborativo

El trabajo colaborativo es un ingrediente esencial del ABP, aunque esto no excluye que haya también instancias de trabajo individual. La colaboración puede darse en el aula, de manera presencial, pero también en la educación remota. Como señala el documento de Educ.ar, “el/la docente puede gestionar grupos en la virtualidad, por ejemplo, creando subgrupos de estudiantes, en el caso de que la plataforma virtual que utilice lo permita; o creando grupos de estudiantes utilizando las redes sociales”.

La publicación de Educ.ar sugiere proponer consignas de trabajo que lleven a los estudiantes a “coordinar acciones para construir aprendizajes significativos de forma colectiva, complementando, diferenciando y contrastando sus puntos de vista de tal manera que lleguen a generar un proceso de construcción colaborativa del conocimiento”.

4. Alentar la indagación y la autonomía

Esta metodología se basa en la experiencia, la indagación permanente y la autonomía. Agustina Blanco, directora de Somos Red, escribe: “Se aprende a través de la búsqueda y la comprensión. Deja completamente de lado a aquel estudiante que aprendía pasivamente para pasar a ser el protagonista en la construcción de su conocimiento y en el desarrollo de capacidades esenciales como la resolución de problemas, la creatividad, la comunicación y la colaboración. El ABP transforma la experiencia del aprendiz, lo involucra, y logra que lo aprendido se comprenda, cobre sentido y perdure en el tiempo”.

Deja completamente de lado a aquel estudiante que aprendía pasivamente para pasar a ser el protagonista en la construcción de su conocimiento y en el desarrollo de capacidades esenciales.

5. Desterrar el miedo al error

El ABP requiere estar dispuestos a experimentar y, por lo tanto, a hacerle lugar al error. “El error es un punto para seguir avanzando. Es todo un proceso de razonamiento, reflexión, relacionar diferentes conocimientos, integrar teoría y experiencia, trabajo colaborativo. En ese proceso, se resuelven muchos conflictos que tienen que ver con las relaciones de los chicos”, cuenta Mariela Guadagnoli.

6. Evaluar de manera continua

La evaluación de los proyectos puede incorporar retroalimentación frecuente no solo a cargo del profesor, sino también de otros estudiantes, tanto en el aula como en entornos virtuales. Algunas herramientas posibles incluyen la elaboración de diarios de estudiantes, revisiones de pares, observaciones del profesor, rúbricas y portafolios, entre otras opciones. En los entornos virtuales, los portafolios “se construyen a partir de alguna herramienta digital en donde el/la estudiante puede almacenar una recopilación de sus mejores trabajos, seleccionando aquellos que evidencien su aprendizaje. Esta recopilación debe ir acompañada de una instancia de metacognición, en donde el/la estudiante pueda reflexionar sobre su propio proceso de aprendizaje”, sugiere el libro de Educ.ar.

7. Pensar el proyecto como un “ensamble”

“Tomo la idea de ‘ensamble’ al modo de estas esculturas que uno puede ir haciendo con diferentes materiales y texturas, que va ganando volumen a medida que se expande”, propone Mariana Maggio, doctora en Educación de la UBA. Y agrega, retomando el sentido musical de la metáfora, que los proyectos “requieren que toquemos a la manera de un ensamble y que lo hagamos para llevar adelante una construcción que se alarga en términos de unos meses, que se toma el tiempo que requiere para ser realmente bueno y poderoso, que pone en juego construcciones que vienen de muy diferentes áreas de conocimiento”.

Fuente: Agenda Educativa

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