Convivencia Escolar

Apuntes sobre educar en y para el conflicto y la convivencia

27 Septiembre, 2012

Escrito por: Francisco Cascón Soriano. Seminario de Educación para la Paz. España "Por medio de este artículo el autor pretende generar en los lectores la necesidad de reflexionar y profundizar en temáticas tan relevantes y complejas como la violencia y la convivencia. A lo largo de este escrito se entregan aportes teóricos relativos a distintos elementos que siempre deben considerarse a la hora de reflexionar acerca de este tema, como son: la visión de la autoridad, concepción del conflicto, rol de la escuela y la familia, entre otros”

La escuela también educa, pero no sola

La educación es un valor a la baja en nuestra sociedad "moderna" y urbana. Todos los sectores socializadores han ido delegando su responsabilidad educativa. La Televisión dice que emite lo que la "audiencia" quiere ver y no asume su responsabilidad pedagógica en los contenidos especialmente infantiles. Así vemos que las series y espacios infantiles potencian fundamentalmente valores de competición, violencia, etc. La familia pasa mucho más tiempo fuera de casa y ocupada en trabajar y conseguir dinero para pagar la hipoteca, que en la educación de los hijos e hijas. En los institutos muchos profesores y profesoras pien- san que su misión es transmitir contenidos y no educar, como si fuera posible hacer una cosa sin la otra. Son dos cuestiones que o se apoyan o se entorpecen. Más que nunca tenemos que asumir también nuestro papel de educadores y educadoras, pero también más que nunca hay que decir muy alto que educa toda la sociedad y que los demás sectores tienen que asumir su responsabilidad educativa. Debemos caminar juntos en la misma dirección, creando amplias redes de complicidad educativa (profesorado, alumnado, padres y madres, asistentes sociales, edu- cadores de barrio, asociaciones de vecinos y vecinas, o de inmigrantes…), así como valorando a aquel sector en el que, prácticamente de forma exclusiva, se ha depositado la tarea educativa: la escuela.

No hay educación sin autoridad, pero no es lo mismo autoridad que autoritarismo

Sin autoridad no hay proceso educativo. Sólo se aprende de aquellas personas a las que se les reconoce autoridad, se las respeta o aprecia. Se trata de aquellas a las que estamos en disposición de escuchar y lo haces con la mente y el corazón abiertos. Pero la autoridad no tiene que ver con el autoritarismo. El autoritarismo se impone: con la amenaza, con la intimidación, con la posibilidad de represalias, etc. La autoridad te la reconocen, está basada en la legitimidad. Se gana con coherencia, capacidad de diálogo, sabiduría,… Tanto el autoritarismo, como el otro extremo, la permisividad, hacen perder autoridad (por ej., padres o madres que dicen que sus hijos e hijas no son tales sino sus colegas, cuando los colegas, chicos y chicas los buscan libremente entre sus amistades y lo que esperan y necesitan de sus padres y madres es que sean exactamente eso, que les quieran y les pongan límites, enseñándoles a luchar para ampliarlos). También hace perder autoridad la falta de coherencia entre el profesorado y las familias: el sólo llamar a los padres-madres para reclamar o "echar broncas" y el que padres y madres sólo aparezcan para lo mismo, y/ o el cuestionar al profesorado delante del alumnado, en lugar de interesarse por lo que ha sucedido y comentarlo primero con el profesorado.

No hay esfuerzo sin motivación

Hablamos de que falta una cultura del esfuerzo entre el alumnado pero esto es algo extendido en la sociedad. Queremos que las cosas ocurran sin conflicto, sin esforzarnos, sin asumir las nuevas situaciones que los cambios sociales nos exigen… En cualquier caso, nadie se esfuerza por algo que no le importa. Actualmente, motivar se convierte más que nunca (antes había otros elementos motivadores como la valoración social y familiar que se le daba, el acceso al puesto de trabajo, la mejora social,…) en un reto educativo. Hay que hacer del aprendizaje algo significativo, conectado con el alumnado tanto en contenidos como en metodologías.

El conflicto es inherente, positivo y pedagógico

Debemos comprender que el conflicto es inherente a las relaciones humanas. En el momento que varias personas estamos interaccionando en un mismo espacio por un determinado tiempo, van a surgir conflictos. Incluso aunque se resuelva uno, si seguimos vivos e interactuando, surgirán otros. Y así es el ámbito educativo, donde muchas personas diferentes, compartimos tiempos, espacios y tareas. Lo fundamental será aprender a convivir con el conflicto y hacer de éste, una oportunidad de crecimiento, de mejora, así como una herramienta pedagógica, a través de la cual se dote al alumnado de habilidades y estrategias para aprender a afrontarlos de forma positiva, sin necesidad de que nadie esté presente, tanto en la escuela como en cualquier otro ámbito. Nuestra tarea no debe ser resolver, tapar, controlar, gestionar, ni tan siquiera mediar (siendo la mejor de éstas), asumiendo roles que no son los nuestros (hacen de policía, juzgan , arbitran…), que no sirven a medio y largo plazo y crean dependencias. Se trata de recuperar nuestro rol de educadores y educadoras, aprovechando los conflictos que surgen, ya no sólo para facilitarles el que los resuelvan ellos y ellas, por sí mismos, sino para que de esta forma, aprendan destrezas que les permitan resolver mejor los próximos que tengan.

El conflicto es un proceso

Habitualmente, llamamos conflicto a la violencia directa, a la agresión… Llamamos conflicto a lo que es la manifestación o consecuencia de conflictos mal abordados y peor resueltos. Los conflictos tienen su origen en las necesidades e intereses. Todas las personas tenemos necesidades: biológicas, económicas, ideológicas, afectivas, emocionales,… Mientras las de unos y otras pueden ser compatibles, no hay problema. El proceso del conflicto comienza cuando las de algunas personas no se satisfacen, cuando las de algunas personas chocan con las de otras, originándose una contradicción, un antagonismo que vamos a denominar problema. Su no resolución, o lo que es peor, el no afrontarlo, acaba llevándonos a una crisis que suele ser destructiva para quienes lo viven, aunque no tendría por qué. Seguir considerando que sólo crisis es conflicto, nos lleva a esperar siempre hasta esa fase para abordar los conflictos, cuando suele ser el peor momento, en el que no aparece ninguna de las condiciones que facilitan su resolución. Pero, además, esa idea invita a la violencia ya que es como decir: si no originas crisis violenta, no hay conflicto y no te atenderemos. Además, significa que cuando se afronta el conflicto, se tratan las consecuencias y no se está en situación de explorar las causas. Es necesario intervenir en los comienzos del problema y procurar satisfacer necesidades e intereses sin esperar a que surjan los actos violentos. No hay por qué esperar a la crisis, hay que poner en marcha procesos educativos desde el primer día de curso. Las medidas de control (cámaras, guardias,…), a veces necesarias por el punto al que hemos llegado o dejado llegar, no sirven para resolver los conflictos. Lo máximo que pueden hacer es crear un espacio de no agresión. Es necesario poner en marcha las imprescindibles medidas educativas que incidan directamente en las causas. De no ser así, las agresiones seguirán produciéndose, sólo que en otros espacios donde no estén establecidas esas medidas.

Triángulo de la violencia e implicaciones educativas

Desde la perspectiva de la educación para la Paz positiva, siguiendo las ideas de Johan Galtung, se establece una diferencia entre violencia directa, cultural y estructural. Son los tres vértices de un triángulo, interconectadas entre sí. Podríamos verlo como un iceberg. La violencia directa es la que todo el mundo ve y considera como tal. Se trata de la violencia sanguinaria, los actos de violencia. Con ser mala, es fácilmente reconocible y públicamente denostada. En el ámbito educativo tendría que ver con las agresiones, las conductas disruptivas… La violencia cultural, según la define Galtung, "tiene que ver con todos aquellos aspectos de la cultura (religión, ideología, lenguaje, arte, ciencias…) que pueden ser utilizados para justificar o legitimizar la violencia directa o estructural". Se concreta en canciones, chistes, historias, películas, costumbres, rituales… que van creando un marco ideológico y conceptual a la violencia directa. Se traduce en actitudes. Hasta hace poco, en las películas estadounidenses, podíamos ver como el bueno era el que fumaba, ahora es exactamente lo contrario. Por otro lado, nos encontramos con la violencia estructural. Se trata de los modelos organizativos y estructuras injustas que mantienen a personas en la insatisfacción de sus necesidades. Es una violencia doblemente dañina: primero, porque está más oculta y muchas veces no es reconocida como tal, y segundo, porque está en la raíz y es la causa de la mayor parte de las violencias directas. En el ámbito educativo se manifiesta en formas de disponer el espacio: patios, aula,… formas de dar la clase, falta de vías de participación del alumnado… La violencia cultural y estructural es la raíz y principal causa de la violencia directa. Y la violencia directa fomenta y hace crecer la violencia cultural y estructural. Casi todos los programas de prevención de la violencia, de gestión, de control… van encaminados a tapar y acabar con la violencia directa. Pero si queremos poner en marcha un programa global de educación en y para el conflicto, conllevará abordar también, y principalmente, los otros dos tipos de violencia, poniendo en marcha cambios: 1) Cambios culturales: tener una visión positiva y pedagógica del conflicto, darnos cuenta de nuestro papel como educadores y educadoras y no sólo como quienes transmitimos contenidos. Es necesario comprender que educar nos compromete no sólo como profesionales sino también como personas, que nuestras actitudes educan y que hay que cuidar y mostrar el currículum oculto que es tan importante como el explícito. 2) Cambios estructurales. Algunos básicos serían:
  1. Darle una importancia central a la tutoría y al plan de acción tutorial. Explorar la tutoría compartida, las tutorías individualizadas inclu- so por más de un año, las tutorías entre iguales (p. ej., alumnado de 4º de ESO tutelando al de 1º)
  2. Que los centros de Secundaria se vertebren en torno a los equipos educativos y no en torno a los departamentos. En la actualidad, hay muchos más aspectos que coordinar en cuanto a convivencia, metodologías a aplicar en la clase o el ciclo, etc. que en cuanto a áreas de contenido temático.
  3. Un espacio para que el alumnado tome la palabra y participe: la Asamblea de clase.
  4. Agrupaciones heterogéneas tratadas de forma heterogénea. Refuerzo dentro del propio grupo, aprendizaje cooperativo, adaptación curricular y metodológica, agrupaciones flexibles auténticamente flexibles, etc.
  5. Alternativas eficaces y pedagógicas a la sanción y al castigo, basadas en el reconocimiento, la responsabilización y la reparación del daño.
  6. Redefinición del uso y distribución de espacios, por ejemplo, el recreo como un espacio educativo, con una distribución y propuestas de juegos y deportes cooperativos que permitan la participación de todos y todas (sin discriminación de sexo, de edad…).
  7. Criterios pedagógicos en la elaboración de los horarios, atendiendo y favoreciendo la puesta en práctica de los puntos anteriores.

Herramientas de intervención:

Hay que construir, desde el primer día de curso y mejor aún, empezando por la base, una pirámide con distintas herramientas de intervención (provención, análisis y negociación, ayuda entre iguales, mediación), si no queremos que las que deberían ser las últimas y excepcionales (la pirámide continúa con medidas como arbitraje, juicio… sanción) pasen a ser las únicas, primeras y habituales. Básicamente se trata de: 1) Provención (los conflictos no se pueden ni deben prevenir, no se pueden evitar, ni s o n malos): proveer a toda la comunidad educativa de herramientas, estrategias y estructuras que permitan afrontar los conflictos, cuando apenas están empezando: construcción e integración de grupo, plan de acogida en los primeros días del curso, asunción del espacio como propio, habilidades de comu- nicación, de toma de decisiones por consenso… 2) Análisis y negociación: aprender los elementos a tener en cuenta a la hora de analizar e intervenir en un conflicto para una solución "gano-ganas" que siempre respete a las personas. Salas y mesas de negociación. 3) Programas de ayuda entre iguales en las clases. 4) Equipos de mediación entre iguales en los centros. Es tan importante que desarrollemos habilidades, estrategias y estructuras para poder fomentar un clima de convivencia y adelantarnos a las crisis, como tener herramientas para afrontar dichas crisis, ya que a pesar de lo anterior, algunas ocurrirán. Es tan importante que los chicos y chicas aprendan a resolver sus conflictos de forma autónoma como que sean capaces de pedir y aceptar a terceros para ayudarlos, cuando son incapaces de hacerlo en soledad. Se trata de algunos apuntes rápidos para comenzar a reflexionar y profundizar en un tema tan complejo, como actual y necesario de abordar. Fuente: www.edualter.org

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