Convivencia Escolar
Cómo promover el bienestar emocional en las aulas
La salud emocional de los alumnos es uno de los principales retos a los que se enfrenta el ámbito educativo hoy en día. Aunque tradicionalmente las instituciones educativas se han enfocado en el desarrollo intelectual de los estudiantes, las emociones cada vez adquieren una mayor importancia. De hecho, diferentes investigaciones aseguran que la emoción y la cognición son inseparables, es decir, que las emociones influyen en la capacidad de razonamiento, en la memoria o la toma de decisiones.
Importancia del bienestar emocional entre los alumnos
Y es que la educación emocional se afianza como la única respuesta posible a unas necesidades que van más allá de los conocimientos académicos que se adquieren durante la etapa escolar. Hay emociones que potencian el aprendizaje, como la curiosidad, y otras que lo limitan, como el miedo. Las emociones agradables motivan y aprender a manejar aquellas que son desagradables, como el estrés o los niveles de ansiedad, ayuda en tareas relacionadas con la memoria, el recuerdo y la resolución de problemas.
Además, estar motivado implica estar más atento, y en consecuencia, aprender mejor. Por tanto, es esencial trabajar con los alumnos las distintas herramientas que les permitan conocer y afrontar sus emociones desde la infancia, al ser esta una etapa de gran impacto en el desarrollo de los niños. Esto no solo mejorará su rendimiento académico, sino que también aumentará la calidad del aprendizaje. De este modo, el papel de los centros educativos se torna esencial, pues solo mejorando el bienestar de los alumnos encontrarán unos resultados positivos en materia de formación.
¿Qué estrategias favorecen el bienestar emocional del alumnado?
A continuación, se detallan algunos consejos que ayudan al bienestar emocional de los alumnos:
Incluir adultos en el proceso
El bienestar de los alumnos está relacionado con el bienestar de los docentes. Por lo que es fundamental priorizar el bienestar de cada adulto y construir conexiones sólidas.
Crear un vínculo fuerte entre los maestros y los niños
De este modo, se sentirán mejor y más acompañados en la escuela, realizándoles preguntas durante la clase e interesándose por su vida personal.
Alentar el compañerismo
Las instituciones educativas son entornos de socialización. Por lo que es muy importante que el docente pueda promover que los alumnos se relacionen, interactúen y construyan redes sociales saludables. El centro debe realizar actividades grupales para que los alumnos se conozcan y aprendan a trabajar y a relacionarse con el grupo. Promoviendo así, un buen clima de convivencia, donde se promueva la aceptación, el respeto y la confianza.
Fomentar las emociones positivas
Debemos ayudar a los estudiantes a visualizar lo mejor de sí mismos, practicando algunas dinámicas:
- Conciencia emocional. Conocer nuestras propias emociones, poder identificar y expresar a través de ellas en qué estado emocional nos encontramos.
- Autocontrol. Ser capaces de controlar nuestros impulsos y responder a situaciones complejas de la manera más racional y templada posible, sin caer en la acción-reacción.
- Empatía. Comprender los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los demás, lo cual implica salir de nosotros mismos, para poder conectar mejor con el otro. La empatía se basa en reconocer la importancia de los demás para el propio bienestar.
- Automotivación. La capacidad de cada persona para establecerse objetivos y trabajar en ellos, con la confianza de poder conseguirlo, lo cual implica el conocimiento de uno mismo y la regulación de los propios recursos con los que contamos para conseguirlo. Mantener el ánimo y la energía, evitando los pensamientos negativos y promoviendo la tolerancia a la frustración.
- Habilidades sociales. Relacionadas con influir, comunicar, colaborar y trabajar en equipo. Promover las habilidades básicas de saber escuchar al otro, conectar con sus emociones; saber agradecer y reconocer las dificultades. Desarrollar la asertividad para poder compartir lo que pensamos y sentimos de una manera adecuada, de una manera respetuosa y evitando caer en la presión social.
Tener un feedback constante
Este feedback deberá estar basado en espacios de diálogo e interacción entre docentes y estudiantes; a través de mensajes positivos que fomenten la reflexión y el aprendizaje.
No hay que olvidar que los niños y jóvenes serán, en un futuro, miembros activos de nuestra sociedad. De este modo, lo que sucede en el aula es determinante para la percepción que tendrán de su entorno y esto se verá reflejado, posteriormente, en la forma en la que estos interactúen con el mundo. Es por ello que apostar por el bienestar emocional en el currículo educativo, desde todas las áreas institucionales, beneficiará en todos los aspectos posibles a la sociedad.
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Fuente: https://fundacionbotin.org/