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El portafolio del estudiante

10 Febrero, 2019

El recurso didáctico que compartimos corresponde a una ficha metodológica elaborada y coordinada por la Universidad Pública Española Miguel Hernández acerca del Portafolio del estudiante como instrumento de aprendizaje, enseñanza y evaluación. Ofrece una breve descripción de la definición, utilidad, proceso de elaboración, proceso de uso y las posibles variantes que se le pueden dar a esta metodología de trabajo con el propósito de favorecer su implementación en la práctica pedagógica. El portafolio se define como una compilación de trabajos del estudiante, recogidos a lo largo del tiempo  que aportan evidencias respecto de sus conocimientos, habilidades y disposición para actuar en determinadas situaciones, ya sea en formato material o digital. Por lo general, contiene una muestra de trabajos y evidencias escritas respecto de las reflexiones del estudiante ante los desafíos propuestos. La muestra de materiales contenida en el portafolio debe cubrir un período significativo de tiempo, idealmente, un curso académico (año o semestre), de manera tal que sea posible analizar el grado de desarrollo de un estudiante en cierto período específico para observar el proceso completo. El desarrollo de un portafolio ofrece una serie de ventajas, puesto que permite al estudiante, entre otras cosas: presentar sus trabajos al docente a partir de un contexto y no de forma fragmentada y desconectada de otros aspectos de su personalidad; tomar conciencia respecto de los materiales que mejor representan la evolución de sus aprendizajes en función de lo que el docente ha solicitado, esto supone para él, relacionar intencionalidad de la tarea y sus propios niveles de logro; apreciar no solo un puntaje, sino evidencias respecto de su trayectoria de aprendizaje. El uso del portafolio como instrumento se basa en los principios teóricos que sustentan las prácticas educativas actuales. El constructivismo, ya que la persona es un sujeto activo en los procesos de construcción de su aprendizaje. Considerar al estudiante como sujeto autorreflexivo, debido a que el portafolio supone comprender al estudiante como un sujeto que enfrenta desafíos en los que hace dialogar la teoría o los conceptos apropiados con la práctica de éstos, y que el momento de práctica no solo constituye la comprobación de la teoría, sino que promueve en él la adquisición de nuevos conocimientos. La reflexión o metacognición que el portafolio demanda es la base de la autonomía, ya sea para resolver problemas cotidianos, como para gestionar estrategias de colaboración. Entender la evaluación como instrumento de mejora, puesto que el portafolio supone que la evaluación no solo califica, sino que tiene un carácter formativo, por lo tanto, la revisión continua a lo largo del proceso y la reflexión permanente respecto de los avances, como parte de la secuencia de elaboración del portafolio, contribuye directamente a la toma de decisiones orientadas a la mejora del proceso de aprendizaje que vive un estudiante. Este documento se relaciona con el publicado anteriormente en nuestro sitio web, denominado "Una introducción al uso de portafolios en el aula"  que le invitamos a revisar para complementar la información proporcionada por el presente artículo. Fuente.

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