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Perspectivas de la «educación para los medios» en la escuela de la sociedad de la comunicación
1 Octubre, 2012
"El artículo plantea la necesidad de la incorporación de la educación para los medios de comunicación en una escuela que dé respuesta a los interrogantes planteados por la nueva sociedad de la información y las nuevas tecnologías de la comunicación. Para ello, realiza una aproximación a los principales factores de resistencia que se manifiestan en el entorno educativo, como son la disputa entre imagen y texto, el temor a la decadencia del poder docente o, incluso, el posible fin de la institución educativa tal y como se la conoce. De este repaso se desprende la falsedad e inutilidad de los argumentos de oposición existentes entre medios y escuela, al tiempo que se vislumbran nuevas y estimulantes expectativas dentro del panorama educativo. De esta manera, educando sobre dichos medios y con ellos, se construye una nueva escuela, inaugurándose nuevas posibilidades de encuentro entre la educación y la realidad social."
Perspectivas de la «educación para los medios» en la escuela de la sociedad de la comunicación
Escrito por: J. Luis González.Atrincheramiento de la escuela: desajustes y resistencia al cambio
La necesaria renovación para una educación sobre los medios y las nuevas tecnologías de la comunicación con la que se enfrenta la institución educativa, nos pone frente a una cuestión capital: la resistencia al cambio. ¿Qué ocurre cuando la apatía y la inercia en la que se conforma inalterable y previsible el entramado institucional educativo se altera? Históricamente, una mínima modificación en las apacibles y reposadas aguas de la escuela tradicional ha destapado la caja de los truenos. Y concretamente en relación con los medios de comunicación, con los que el sistema de enseñanza ha actuado a la defensiva desde el principio, tratando de protegerse de un entorno enormemente variable para el que no tiene diagnóstico. Esta postura esclerótica marca un mayor desfase sobre la ya existente respecto de los procesos comunicativos que dinamizan la sociedad. En tal sentido, la escuela marca desajustes tan importantes (Martín Barbero, 1996) como:- negarse a aceptar el descentramiento cultural que atraviesa el libro (hasta ahora su eje pedagógico), el cual, siendo importante, en una sociedad multimedia supone un recurso más sin la categoría de «oráculo» que se le venía asignando;
- una obstinada ceguera a la pluralidad y heterogeneidad de códigos presentes (hipertextuales, audiovisuales, musicales…), culpabilizando, además, a las tecnologías de la crisis de la lectura y esquivando una profunda reorganización de sus estructuras;
- ignorar que se cuenta con mecanismos de ordenación, relación y divulgación más prácticos, asequibles e ilimitados que la escuela, que ya no es el eje central de la transmisión del saber;
- alejarse del entorno de la cultura que rodea a los medios y a las tecnologías de la comunicación, al que considera como un desequilibrio y como una dispersión en el modelo de conocimiento, atrincherándose en una cultura que se distancia cada vez más del mundo en el que viven/sobreviven los jóvenes, incapaz de ofrecer instrumentos que les permitan apropiarse crítica y creadoramente de los nuevos canales de la comunicación.
Distintos enfoques, distintas estrategias, distintos objetivos para la educación en medios de comunicación
Si exploramos el panorama histórico de las relaciones entre medios de comunicación y escuela encontramos algo similar al argumento de un melodrama del cine clásico. Una historia de amor y odio con dos protagonistas provistos de personalidades y objetivos en la vida muy diferentes que, tras múltiples encuentros y desencuentros, equívocos y aciertos, se ven subsumidos en una compleja trama de prejuicios, tópicos, confusiones e intereses cruzados, pero que, como a ningún espectador perspicaz se le escapa, están condenados a encontrarse y a mantener una relación que parece inevitable. Esa impresión se hace incontrovertible sobre todo para la institución educativa, a no ser que esté dispuesta a quedarse fuera de la película de la realidad, algo que aún está por ver. Pero así como en las historias de amor en las que el cine clásico nos sumergía, la hora de la verdad llega cuando los protagonistas inician su vida en común. La manera en que ha de plantearse el guión de esta convivencia, con personajes que presentan tantas contradicciones y puntos de fuga, es la cuestión clave en el futuro de la educación en medios de comunicación y nuevas tecnologías. Existen diferentes modelos narrativos, con esquemas argumentales distintos, de cómo se han de encauzar las relaciones de convivencia/conveniencia entre educación y comunicación. Hasta el momento (Aparici, 1996) los modelos que han caracterizado las relaciones entre nuestros protagonistas, la comunicación y la educación, han sido el enfoque tecnicista, la perspectiva de los efectos y el planteamiento crítico.El enfoque tecnicista
En él se admite la utilización educativa de los medios de comunicación como estrategia y como recurso, pero se echa en falta una reflexión sobre los mismos. En este enfoque se parte de la premisa de que la tecnología es neutra y tiene una capacidad meramente funcional. Así, se introduce en la escuela como instrumento o como área. Sin embargo, tal planteamiento no presenta la posibilidad ni la necesidad de un análisis sobre los medios de comunicación que ponga de relieve cuestiones tan básicas como que en su reproducción de la realidad se muestran unas perspectivas determinadas o se realizan recortes significativos. En definitiva se utilizan los medios, pero sin cuestionar el tipo de contenidos que vertebran ni analizar el mensaje o las formas de representación utilizadas.La perspectiva de los efectos
En ella se atiende al beneficio que los medios de comunicación aportan al proceso de enseñanza-aprendizaje. Se supone que, en el mejor de los casos, su presencia tiene un valor motivador que cataliza las expectativas del alumno hacia un aprendizaje significativo. En el peor de los usos se emplea como instrumento de distracción/contención, convirtiéndose en un pasatiempo entretenido. Es una concepción animista por la que se atribuye a los medios de comunicación un poder místico que resuelve las carencias del sistema tradicional, olvidando que la clave se encuentra más en un tratamiento pedagógico y didáctico que en la simple introducción del medio.El planteamiento crítico
Por último, el planteamiento crítico, basado en un modelo participativo y constructivista de la enseñanza-aprendizaje. Su objetivo es decodificar mensajes y contenidos, analizando, jerarquizando y ordenando la información difundida por los medios y por las nuevas tecnologías de la información. Este planteamiento no olvida la comprensión del proceso comunicativo y atiende al análisis de las bases ideológicas del discurso construido por los medios. También busca la desmitificación de los medios, y para ello los convierte en «herramientas expresivas». En esta línea educativa se promociona una estrategia pedagógica de motivación y autoexpresión. El fin último de la perspectiva crítica sería la intervención social para que, potenciando una educación dinámica y autogestionaria, cooperativa y solidaria, y a partir de un concepto social de la libertad, se pudiera desarrollar la imprescindible formación en valores y para la ciudadanía. Es cierto que la escuela debe acercarse a los medios de comunicación y ha de integrar tanto las nuevas modalidades que el entorno comunicativo posibilita, como sus discursos y relatos. Pero siempre superando la concepción instrumentalista de los medios y de las tecnologías de la comunicación que presentan los primeros enfoques. Desde ellos, su aportación queda fuera del proceso pedagógico y su papel es únicamente «modernizador», «ilustrador» o «amenizador». Sin duda —en palabras de Masterman (1993)— «el profesor que pueda pasar con facilidad de un extracto de televisión al libro de texto, o de un LP a un artículo periodístico y que use los medios de manera creativa como fuente alternativa de información, ofrecerá a sus alumnos un entorno más interesante y animado en el aula. Pero si estas fuentes de información no se someten al análisis crítico que defienden los profesores de medios, entonces se habrá pasado clandestinamente a una concepción completamente falseadora de los medios y de los conocimientos, bajo el disfraz del progresismo y de la relevancia educativa». De ser así, en el fondo y en la práctica podría aplicarse la formulación «lampedusiana» de que «todo cambia para que todo siga igual». Para superar la simple comprensión intuitiva de los medios, la educación en materia de comunicación y de medios necesita de la perspectiva crítica, la cual no debe confundirse tampoco —como dice Pérez Tornero (1997) hablando del caso de la televisión— con «lo que Bianculli llama telealfabetización: es justamente el conocimiento impuesto y difundido por la misma televisión. Un conjunto de tópicos, temas, personajes e historias que han calado acríticamente en la conciencia pública y que forman una especie de ‘sentido común’ general de la audiencia». La educación en medios de comunicación o alfabetización mediática comprende la capacidad de analizar críticamente los medios y de expresar y producir mensajes con ellos. Es decir, se ha de incidir en la educación «sobre» y «en» los medios, planteando una interacción que implique, por un lado, su análisis y consiguiente reflexión; por otro, un uso creativo que los transforme en instrumentos expresivos. Se busca formar y desarrollar criterios comprensivos y no uniformizados de la realidad mediática que arrinconen los estereotipos y destierren la pasividad. Es aquí donde se manifiesta en toda su dimensión la educación en comunicación y para los medios: en el impulso a la implicación —comprometida y consciente— en la transformación social.Componentes de la Gestión de la Información.
White (1985), establece tres componentes de la GI: (White, 1985) La Información: es la savia o energía que mueve el sistema, capaz de satisfacer las necesidades y llevar a acciones a la empresa, que a su vez cumple con los objetivos y misión de esta. Actualmente es común escuchar que “La información es el recurso de recursos” o que “No hay organizaciones sin información, sino organizaciones desinformadas”, pero nadie se detiene a analizar qué características de la información la han llevado a tal plano. Una de las definiciones más utilizadas es la de Ponjuán (1999), que plantea que “… son los datos o material informacional relacionada o estructurada de manera actual o potencialmente significativa”. La información es un recurso intangible y posee características que lo distinguen de los demás: es expandible, puede resumirse, ser transmitida, fragmentada sin temor a que disminuya, al contrario, así se puede generar más información al ser compartida, pero a la vez es fácilmente alterable. Horton (1995), expone sus similitudes con relación a otros recursos: (Horton, 1995)- Se adquiere a un precio medible en dinero.
- Posee valores, algunos cuantificables.
- Su consumo puede ser gastado o capitalizado.
- Se pueden aplicar técnicas para su control.
- Posee características medibles e identificables.
- Tiene un ciclo de vida.
- Tiene la capacidad de ser procesada, generando productos terminados a partir de esa materia prima.
- Existen sustitutos para ella, algunos más costosos que otros.
- Se pueden hacer transacciones con diferentes tipos y grados de información.
La materia de educación para los medios de comunicación en la escuela
La introducción y asentamiento definitivo de la materia de educación en comunicación y medios en las aulas significa abrir la escuela al entorno. Supone iniciar el camino hacia el «aula sin muros», ofreciendo al alumnado una perspectiva desde la que poder situarse ante su contexto y su realidad. Su incorporación a la escuela, por tanto, no sólo es conveniente sino además muy fértil, porque el entorno del aula es el más adecuado para estimular, desde el grupo, la atención y la práctica sobre los nuevos medios y tecnologías de la comunicación. Su incorporación al currículo puede hacerse desde dos modalidades: como materia transversal a todas las áreas, y como área de conocimiento específico. En su faceta de área concreta —optativa en la mayoría de los casos— se asegura el tratamiento de la materia, sobre todo en la vertiente creativa. Sin embargo, como dice Masterman (1993), la educación audiovisual es demasiado importante para quedar encasillada en un compartimento aislado de los programas escolares, aunque por supuesto sea vital establecer ese lugar y defenderlo. Es cierto que hay que considerarla como una materia especializada por propio derecho, pero también como un elemento que deberá conformar la enseñanza de todas las asignaturas. Lo que se está planteando, en realidad, es la necesidad de que la educación en medios de comunicación no quede circunscrita —y por tanto limitada y «estancada», en tanto en cuanto está en un «territorio estanco»— al ámbito de los profesores de medios. Y ello porque (Aguaded, 1997) esta materia contiene en sí todos los rasgos definitorios de los temas transversales, permitiendo acercar la escuela a realidades sociales altamente significativas, favoreciendo la adquisición de valores, normas y estrategias de actuación personal y social que trascienden, al tiempo que las engloba y superpone, a las disciplinas clásicas, abarcando todos los niveles del sistema escolar. Pero, como es lógico, la introducción de los medios de comunicación en el marco del aula ha de estar perfectamente planificada. No se debe cometer el error de acrecentar el desmedido consumo existente. Es necesario además, para abandonar la superficialidad y el instrumentalismo, incrementar el conocimiento de los lenguajes de los medios, trabajar en el desarrollo de aptitudes para su interpretación crítica y potenciar los resortes para utilizarlos creativamente. Es decir, se trata «no de descubrir las facetas tecnológicas del medio (…) sino más bien de revelar los aspectos del medio que repercuten en una mejora de la competencia, en su doble dimensión de lectura crítica y escritura creativa» (Aguaded, 1997). El objetivo de ambas estrategias es el de desmitificar y distanciar los medios para que, a través de su manejo, podamos comprender y, entendiéndolos, estar en condiciones de utilizarlos. Lectura crítica Una adecuada educación en comunicación, para desarrollar el análisis sobre medios y nuevas tecnologías de la comunicación, y contrariamente a los que han visto en ellos una solución didáctica en las escuelas y de entretenimiento en las familias, ha de:- problematizar el contenido de los medios, para alejar la concepción «naturalizada» que presentan de sí mismos;
- desideologizar sus mensajes, que tienden a legitimar y a reforzar «determinadas» actitudes, conductas e ideas sobre el mundo;
- evidenciar la articulación de los medios con el entramado comercial, empresarial, financiero y político para iluminar su pretendida «independencia y neutralidad».