Otros
TIC Y EDUCACIÓN: ¿Sociedad de la información ó sociedad del conocimiento?
1 Octubre, 2012
"La introducción generalizada de la tecnología multimedia en la vida cotidiana ha traído ventajas tangibles e innegables al usuario de las mismas, entre ellas: flexibilización, libertad espacio tiempo, nuevas formas de interacción, comunicación en tiempo real y comunicación diferida, etc. Pese a ello, la discusión en torno a los efectos benéficos y no tan benéficos de la era multimedial se han polarizado en posturas como las representadas por Giovanni Sartori y Nicholas Negroponte, las que se resumen en este articulo.”
TIC Y EDUCACIÓN: ¿Sociedad de la información ó sociedad del conocimiento?
Escrito por: Carmen de Lourdes Laraque Espinosa. Universidad Pedagógica Nacional. México1. HACIA UN ACERCAMIENTO CONCEPTUAL
El siglo XXI ha visto acentuarse los rasgos de una economía globalizada y de una sociedad de la información, caracterizada por el uso cada vez más generalizado de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TICs). Éstas han modificado y revolucionado la mayoría de las actividades humanas en general y de manera específica la educación. Como puntualiza Manuel Castells, las redes informáticas tienen un avance sin precedentes y perfilan un nuevo sistema de comunicación basado en un lenguaje digital universal capaz de crear nuevas formas y canales de comunicación1. La sociedad de la información ha adoptado en forma contundente a las nuevas tecnologías en un proceso que se antoja irreversible, entre otras razones, por estar impulsadas por fuerzas comerciales sumamente poderosas que llegan a rebasar a la política nacional y a la política educativa. Hoy asistimos a la revolución tecnológica de la informática y podemos visualizar cómo sus innovaciones alteran profundamente las condiciones de intercambio de conocimientos y afectan directamente los mecanismos que rigen el funcionamiento de nuestra cultura. La revolución informática iniciada hace cincuenta años, intensificada en la última década y manifestada en el incesante progreso de las nuevas tecnologías multimediales ha marcado de forma significativa el quehacer del hombre del siglo XXI. La aparición, el avance y la difusión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en especial de Internet y del correo electrónico, han supuesto notables transformaciones en los más diversos ambientes en los que se desenvuelven las actividades humanas. Por un lado, porque posibilitan tanto la transmisión de mucha información en poco tiempo como el acceso a numerosos servicios, y, por otro, por el hecho de que facilitan la comunicación de forma instantánea entre sujetos con independencia del lugar en el que se encuentren. Como consecuencia del alcance de dichas transformaciones, la sociedad se inclina a basarse cada vez más en el conocimiento, de modo que la sociedad industrial ha dado paso a la sociedad de la información y del conocimiento, un fenómeno que acentúa la globalización cultural y socioeconómica. En este contexto, la información, debidamente procesada y evaluada, se transforma, a través del razonamiento humano, en conocimiento. Un conocimiento que debería ser accesible para todos los ciudadanos de forma libre e igualitaria, ya que, de lo contrario, se pueden producir nuevas formas de analfabetismo y, en consecuencia, de exclusión social. Más adelante nos referiremos a una de las repercusiones de tal exclusión, denominada brecha digital. La introducción generalizada de la tecnología multimedia en la vida cotidiana ha traído ventajas tangibles e innegables al usuario de las mismas, entre ellas: flexibilización, libertad espacio tiempo, nuevas formas de interacción, comunicación en tiempo real y comunicación diferida, etc. Pese a ello, la discusión en torno a los efectos benéficos y no tan benéficos de la era multimedial se han polarizado en posturas como las representadas por Giovanni Sartori y Nicholas Negroponte, las cuales resumiremos a continuación. En su obra de 1997, Ser Digital, Negroponte abunda en planteamientos que desbordan optimismo ante la forma vertiginosa en la que la tecnología avanza y se extiende a sectores cada vez más amplios de la sociedad2. En esta era que el denomina como de la postinformación, la cual ha dejado atrás a la era industrial centrada en torno al concepto de producción en masa, métodos uniformes y repetitivos en cualquier espacio y tiempo dado, y de la era de la información, que muestra la misma economía de escala, pero con menor énfasis en el tiempo y en el espacio. Ser digital, implica para este autor, modificar la forma de situarse en el mundo, habitar un planeta que se está achicando, superar las limitaciones de la comunicación sincrónica y unidimensional, circular por la superautopista de la información haciendo uso de recursos de información global. Ante todo ello se antoja que el proceso educativo ya nunca podrá ser igual. “La era digital no puede ser negada ni detenida; tiene cuatro grandes cualidades que la conducirán finalmente a su triunfo: descentralización, globalización, armonización y motivación”3. No obstante, advierte en un tono profético lo que hoy ya es realidad, el lado oscuro de estar digitalizado se manifestará en violaciones a la propiedad intelectual, invasión de la privacidad, vandalismo digital, piratería del software, robo de datos y pérdida de empleos. La visión crítica, pesimista y casi apocalíptica permea el planteamiento expresado por Giovanni Sartori en el trabajo intitulado Homo Videns, término clave que designa el destronamiento del homo sapiens, producto de la cultura escrita por el ente que ha perdido la capacidad de abstracción. Para Sartori, la revolución multimedial y los medios de comunicación de manera notoria, han privilegiado lo visual sobre lo inteligible, el ver sin entender. empobreciendo con ello la capacidad de entendimiento y de comprensión. Enfatiza los riesgos implícitos en este sentido hacia la educación en la era que bautiza como del postpensamiento. El homovidens pasa por ser un niño videns, -y podríamos agregar, un educando videns- inmerso en la era digital y formando parte de una multiplicidad de animales interactivos que juegan entre sí por azar y en quienes está ausente la percepción de la secuencia, de la causa y del efecto. A este debate, de por sí complejo, podríamos sumar la reflexión en torno a lo que constituye la reflexión central de este trabajo: es indudable que vivimos en una sociedad dominada y enmarcada por la abundancia de información; las noticias llegan a nosotros de manera simultánea a que los hechos ocurren, los cada vez más sofisticados y accesibles aparatos de comunicación nos vinculan en todo momento con la realidad, con las cifras económicas, con los sucesos mundiales. Se cumple lo que ya había estipulado Octavio Ianni al referirse a la sociedad global, podemos estar on line, everywhere all time; viajamos y vacacionamos sin perder el contacto pero ¿nos conduce ello a saturarnos de información ó a procesar conocimiento? ¿Los términos sociedad de la información y sociedad del conocimiento son sólo variantes conceptuales del mismo fenómeno? La sociedad de la información, aparente sucedánea de la sociedad industrial ha sido definida como aquella en la cual el entorno socio cultural y económico acusa el impacto de aquellas tecnologías que facilitan la creación, distribución y manipulación de la información. El concepto de "sociedad de la información" hace referencia a un paradigma que está produciendo profundos cambios en nuestro mundo al comienzo de este nuevo milenio. Esta transformación está impulsada principalmente por los nuevos medios disponibles para crear y divulgar información mediante tecnologías digitales. Los flujos de información, las comunicaciones y los mecanismos de coordinación se están digitalizando en muchos sectores de la sociedad, proceso que se traduce en la aparición progresiva de nuevas formas de organización social y productiva4. Difícilmente se podría concebir la existencia de la sociedad de la información fuera del marco del mundo globalizado del nuevo milenio en el cual las TICs no sólo aparecen sino que inciden sobre y transforman todos los procesos productivos facilitando así la inserción a los mercados globales. En diciembre de 2003 se realizó en Ginebra Suiza la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, convocado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, con una segunda fase en Túnez en noviembre de 2005. En los debates cual se reconoció la imbricación de dos procesos: la revolución digital y la brecha digital. En el primer caso se plantea como premisa básica el entender cómo se ha modificado la manera en que la gente piensa, actúa, comunica, trabaja y gana su sustento.“La presencia de las TICs ha forjado nuevas modalidades de crear conocimientos, educar a la población y transmitir información; ha reestructurado la forma en que los países hacen negocios y rigen su economía, se gobiernan y comprometen políticamente. Ha proporcionado la entrega rápida de ayuda humanitaria y asistencia sanitaria, y una nueva visión de protección del medio ambiente. Y hasta ha creado nuevas formas de entretenimiento y ocio. Puesto que el acceso a la información y los conocimientos es un requisito previo para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), tiene la capacidad de mejorar el nivel de vida de millones de personas en todo el mundo. Además, una mejor comunicación permite solucionar los conflictos y alcanzar la paz mundial.”5
Como segunda premisa reconoce que este proceso de digitalización se ha visto obstaculizado por un notorio margen de desigualdad social en el que “…la gran mayoría de los habitantes del mundo no se ha subido al vagón de este fenómeno en evolución. Por eso también se ha hecho cada vez más grande la brecha que separa el conocimiento de la ignorancia y los ricos de los pobres, tanto dentro de cada país como entre países.”6 Delia Crovi, investigadora mexicana quien encabeza un proyecto de investigación centrado en este eje temático realiza una importante aportación a la conceptualización de la Sociedad de Ia Información al plantear la existencia tres tipos de sociedad de la información que conviven: 1. La simbólica o discursiva, o sea, la prometida por el discurso hegemónico como llave para alcanzar el desarrollo; 2. La real caracterizada por desigualdades y diferencias en el acceso y apropiación de las redes, en la cual sólo un sector pequeño de la población se ha apropiado de la convergencia; 3. Y la de la exclusión (también real pero menos reconocida o aceptada) donde permanecen intactas las prácticas sociales y culturales de la sociedad industrial e incluso preindustrial. Y es que en efecto, uno de los argumentos que emergen como obstáculos para afirmar que los países emergentes transitan plenamente por la sociedad de la información, es el ya antiguo concepto de la brecha digital. El término brecha digital ha sido considerado como un elemento que refleja uno de los obstáculos para la existencia de la sociedad de la información. Hace referencia a la inequidad en el acceso a la tecnología, inequidad derivada del rezago en materia de desarrollo económico y social, lo cual deriva en insuficiente inversión en infraestructura de información y comunicación7. Si buscamos una definición estandarizada podríamos acudir a la generada en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información que a la letra plantea: Somos plenamente conscientes de que las ventajas de la revolución de la tecnología de la información están en la actualidad desigualmente distribuidas entre los países desarrollados y en desarrollo, así como dentro de las sociedades. Estamos plenamente comprometidos a convertir la brecha digital en una oportunidad digital para todos, especialmente aquellos que corren peligro de quedar rezagados y aún más marginados8 Delia Crovi abunda en el tema y explicita el concepto brecha digital, aludiendo a las siguientes cinco dimensiones en las cuales se manifiesta: a) Tecnológica, referida a la infraestructura material disponible así como al grado de actualización de dicha infraestructura. b) De conocimiento, vinculada a las habilidades y saberes que deben poseer los individuos para apropiarse adecuadamente de los nuevos medios y de las TIC. c) De información, dimensión en la que es posible distinguir dos sectores sociales: uno sobreinformado, con acceso a diferentes medios y generaciones tecnológicas; y otro desinformado, con acceso limitado a las innovaciones tecnológicas, sus actualizaciones y sus contenidos. d) Económica, por la falta de recursos para acceder a las TIC que se manifiesta tanto a nivel personal, como entre los sectores gubernamentales y algunos privados e) De participación, que significa que los recursos aportados por las innovaciones tecnológicas puedan emplearse en un contexto democrático, con un marco legal y social adecuado, que permita a los individuos y a las naciones igualdad de oportunidades para expresarse e intervenir en las decisiones de un mundo global9 De manera ambigua se ha utilizado indistintamente el concepto sociedad del conocimiento como sinónimo del de sociedad de la información. Un ejemplo de dicho uso indistinto se incluye a continuación: “Ya es un lugar común, casi universalmente aceptado, reconocer que en la segunda mitad del siglo XX se desarrolló y consolidó un nuevo tipo de sociedad: la llamada sociedad del conocimiento y la información y que ésta conlleva una economía que valoriza los conocimientos teóricos y aplicados, lo que hace imprescindible repensar el rol de las instituciones especializadas en la administración del conocimiento desde la sociedad y el Estado.” 10 En sentido estricto estamos aludiendo a dos fenómenos distintos. La información no es lo mismo que el conocimiento La información se compone de hechos y sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de dichos hechos dentro de un contexto, y posiblemente con alguna finalidad. El concepto sociedad del conocimiento surge a finales de los noventa e incorpora el debate acerca de los saberes y el conocimiento, aludiendo los primeros a certezas prácticas y precisas y el segundo a la utilización crítica y selectiva de la información. Se trata de un concepto que aparentemente resume las transformaciones sociales que se están produciendo en la sociedad moderna y sirve para el análisis de estas transformaciones. Al mismo tiempo, ofrece una visión del futuro para guiar normativamente las acciones políticas.11 El concepto actual de la ‘sociedad del conocimiento’ no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como un factor del cambio social entre otros, como, por ejemplo, la expansión de la educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades. Crece la importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida. Pero igualmente crece la conciencia del no-saber y la conciencia de los riesgos de la sociedad moderna12 Desde este ángulo de razonamiento cabe plantear ¿cómo podemos mirar este debate desde el ámbito de la educación? Los educandos de hoy cuentan con un cantidad de recursos inimaginables hace apenas unas décadas. El hipertexto, por ejemplo permite al lector moverse en un texto polimorfo y trazar sus propias rutas de aprendizaje, los buscadores arrojan en fracción de segundos un millón o más resultados en torno a un dato, a un concepto o un proceso. Pero, ¿qué incidencia ha tenido ello en los esquemas de aprendizaje en el desarrollo de competencias en los estilos cognoscitivos? Y este impacto, ¿es relativamente homogéneo, ante un panorama de desigualdades sociales y regionales que han producido un mosaico educativo tan fragmentado en nuestros países emergentes? Es evidente que uno de los ámbitos que no ha escapado a la influencia de las tecnologías de la información y la comunicación, aun si el impacto ha sido diferenciado es el de la enseñanza. En efecto, la aplicación de estas tecnologías en todos los niveles educativos ha enfrentado nuevos retos y ha generado diversas oportunidades en los métodos y procesos de aprendizajes13 Aun en el ámbito universitario se ha visto la necesidad de incorporar las TIC´s para poderse adaptar a las transformaciones sociales. De ahí que las tecnologías de la información y la comunicación hayan abierto la posibilidad de utilizar formas innovadoras de enseñar y aprender en todos los niveles educativos y se haya pretendido eficientar el proceso de aprendizaje a través de un incremento en la eficacia de la enseñanza. Cabe preguntarse qué modificaciones han introducido las nuevas tecnologías en los métodos de enseñanza-aprendizaje para eventualmente evaluar las ventajas y necesidades que el empleo de aquéllas supone en la cotidianeidad del proceso educativo14 Si bien la Internet fue creada para fines distintos de los pedagógicos es factible transformarla en una herramienta operativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje que desarrolle en el alumno destrezas y competencias y le ayude a elaborar estrategias personales para la construcción del conocimiento. La eficaz utilización de la world wide web (WWW) estará en función de la selección y adecuación de la estrategia didáctica en que se integra. La red facilita el acceso a la información, pero la transmisión de conocimientos no se realiza per se, es necesario que docentes, alumnos, currícula y métodos conformen una base articulada que potencie el uso de la información electrónica a efecto de que el alumno rebase el nivel de simple acopio de información y pueda construir nuevos conocimientos. La exploración relativa al uso de las TICs en la universidad pública mexicana, de manera concreta en la Universidad Pedagógica Nacional se discute a continuación en este trabajo.