Evaluación
Fundamentos para la evaluación de la educación en territorios indígenas
27 Septiembre, 2012
"La necesidad de plantear una evaluación diferente para la educación en los pueblos indígenas de Colombia, nace a partir del anuncio que el Ministerio de Educación Nacional hiciera en el año de 1997, de evaluar a los docentes del país como una de las políticas del Estado para mejorar la calidad de la educación y para dar cumplimiento a la Ley 115 de 1994".
Fundamentos para la evaluación de la educación en territorios indígenas
Escrito por: Silvio Aristizábal Giraldo.Introducción
La necesidad de plantear una evaluación diferente para la educación en los pueblos indígenas de Colombia, nace a partir del anuncio que el Ministerio de Educación Nacional hiciera en el año de 1997, de evaluar a los docentes del país como una de las políticas del Estado para mejorar la calidad de la educación y para dar cumplimiento a la Ley 115 de 1994.[1] Desde el momento en que se conoció esta directiva ministerial, las principales organizaciones indígenas plantearon ante la institución la necesidad de definir unos criterios diferentes para la evaluación de los docentes en comunidades indígenas que garantizara el respeto a sus culturas, a las particularidades de sus procesos educativos y el derecho a la diversidad, consagrado en la Constitución de 1991. Como respuesta a la solicitud de los indígenas, el Ministerio expidió la Circular 51 del Agosto 10 de 1999, en la que señalaba que la evaluación de los maestros indígenas se debía realizar en forma concertada y de acuerdo con la especificidad de sus procesos. A partir de este momento se ha venido desarrollando un proceso de discusión y de consolidación de una propuesta de evaluación, que se ha enriquecido, transformado y ampliado con la participación de representantes de los pueblos indígenas, las escuelas normales las universidades que preparan docentes indígenas, las secretarías de educación y los autores de esta ponencia como equipo de consultores, cuya tarea ha sido la de dinamizar y recoger los planteamientos hechos a través de diferentes mesas de trabajo y foros y discusiones virtuales realizados por medio de una Red denominada REDEVALUAR. La construcción de la propuesta de evaluación ha sido un proceso que ha pasado por varias etapas. En un principio y siguiendo las políticas institucionales, se determinó evaluar la labor del docente ya sea de sus conocimientos, de sus actitudes o de su desempeño, pero a través del análisis y discusiones en las mesas de trabajo se concluyó que el trabajo del docente en los pueblos indígenas no está circunscrito meramente a una institución escolar y al cumplimiento de unas tareas puntuales, sino que es un proceso de construcción en el que la comunidad participa con el maestro en actividades que incluyen tanto la definición del sentido de la educación a través del Plan de Vida, marco para la construcción de los Proyectos Educativos Comunitarios (PEC) o Proyectos Educativos Institucionales (PEI), como en la participación en los asuntos administrativos, en los procesos investigativos de su propia lengua y cultura, en la elaboración de materiales didácticos para el trabajo escolar y, en general, en la marcha cotidiana de la escuela. La gestión altamente participativa de la comunidad, de las autoridades tradicionales y de las organizaciones indígenas en la educación es una de las características que define y distingue la educación indígena de las propuestas educativas de otros pueblos. Es decir, es la comunidad la que construye su propia educación, a diferencia de lo que sucede en la sociedad mayoritaria, donde a partir de la escuela se convoca a los padres de familia para que conformen la comunidad educativa. La evaluación de la educación en los pueblos indígenas se inscribe, por tanto, en una mirada mucho mas amplia que debe contemplar no sólo los diversos aspectos de la labor del docente sino que, por ser la educación indígena un proceso altamente participativo y de construcción conjunta, su evaluación debe contemplar también la acción de la comunidad y de los entes administrativos que inciden directamente en ella. Esta perspectiva permitirá mirar también el impacto que produce la educación en la calidad de vida de la comunidad, en la construcción de su proyecto político, en el ejercicio de la autonomía y en la construcción de su futuro como pueblos indígenas. La evaluación igualmente debe ser asumida como un proceso de autoformación permanente y de empoderamiento con la cual la comunidad pueda ganar autonomía para direccionar, corregir o enriquecer su educación de acuerdo con los lineamientos trazados en su Plan de Vida. La construcción de la propuesta de evaluación de la educación indígena ha partido del planteamiento político que las organizaciones y las comunidades, a través de sus luchas, han venido haciendo en torno a su educación y que se ha retomado como el punto de partida de cualquier proceso de evaluación de la educación indígena. Ese planteamiento responde a la pregunta del para qué la educación en los pueblos indígenas, la cual a sido resuelta de manera clara y contundente en los siguientes términos por las mismas comunidades: “la educación debe tener como propósito fundamental fortalecer nuestra identidad en contextos interculturales”. En este documento pretendemos mostrar de forma sintética los fundamentos conceptuales que han sido la base sobre la cual se ha ido construyendo la propuesta de evaluación de la educación en los pueblos indígenas. En primer lugar presentamos una breve reseña de la diversidad indígena en Colombia y del marco legal de la etnoeducación, como una forma de contextualizar los ejes a través de los cuales se ha construido la propuesta. Analizamos luego el concepto de educación formulado por los pueblos indígenas y lo desarrollamos en las dimensiones de la identidad que fueron vistos, no solo, como puntos de convergencia de las cosmovisiones de los diferentes pueblos, en los cuales se expresan maneras especificas de su relación con la naturaleza y con los demás seres del universo, sino que también son la base de las demandas y exigencias planteados por el movimiento indígena a través de sus luchas. Estas dimensiones son : el Territorio, la Autonomía, Lengua y Pensamiento y el Sentido Comunitario.1. Diversidad ética y cultural
En Colombia la diversidad étnica y cultural está representada por la existencia de diferentes grupos étnicos: indígenas, afrocolombianos, raizales, rom o gitanos, inmigrantes de países europeos, asiáticos y latinoamericanos, y una gran mayoría mestiza con marcadas diferencias culturales y regionales. La diversidad indígena se evidencia en la existencia de más de 80 pueblos que hablan 67 lenguas diferentes y cuyo número de habitantes se calculó para 1997 en 701.860 personas, lo que equivale al 1.75% de la población total del país (Arango y Sánchez, 1998: 19). Colombia ocupa, después de Brasil, el segundo lugar en América Latina en cuanto a diversidad de pueblos indígenas. Sólo dos pueblos sobrepasan las 100.000 personas: los Nasa (118.845) y los Wayúu (144.003), y hay varios en inminente peligro de desaparición, pues no superan las 100 personas, entre ellos los Taiwano (19), los Pisamira (54) y los Makaguaje (50). (Arango y Sánchez, 1998: 115 y sgts.). La conquista y colonización europeas y cinco siglos de sometimiento y mestizaje que significaron la desaparición de muchos pueblos, no lograron eliminar la diversidad, antes bien, generaron nuevas formas de diferenciación social y cultural a partir de las estrategias de supervivencia, de las diferentes formas de resistencia y del tipo de relaciones establecidas con la sociedad dominante. Muchos pueblos conservan, en parte, su territorio ancestral y sus prácticas sociales y espirituales. Otros se han asimilado al campesinado en diversos grados. En la mayoría de los pueblos indígenas, en los últimos treinta años se observa un proceso de revitalización étnica y cultural, siendo la dinámica de estos procesos diferente en cada caso. Donde más se evidencia la diversidad indígena es en el aspecto lingüístico, tal vez único en América: las 67 lenguas inventariadas actualmente pertenecen a trece familias diferentes; hay lenguas de las grandes familias lingüísticas suramericanas: Arawak, Carib, Quechua, Chibcha; lenguas regionales: Tukano, Chocó, Guahibo, y lenguas aisladas: Andoke, Nasayuwe, Yaruro, Kamëntsá (Landaburu, 2000)[2]. La diversidad se expresa también, en las diferentes formas económicas (agricultores, pescadores, pastores, cazadores, recolectores y otros que articulan distintas formas productivas); en la organización familiar y social; en las diferentes cosmovisiones; en los procesos de socialización y en los procesos etnoeducatios. En Colombia, los grupos étnicos históricamente han sido objeto del etnocidio, la negación, la opresión y la discriminación. Esta situación se ha agravado en los últimos años como consecuencia de globalización, la violencia y los desplazamientos derivados del conflicto armado que afecta al país, generando, desarraigo desintegración y da nacimiento a nuevas identidades.2. Marco legal
La Constitución Nacional de 1991 reconoce la diversidad étnica y cultural como elemento constitutivo de la nacionalidad colombiana. Este principio, “lejos de ser una declaración puramente retórica, es el principio fundamental de diversidad étnica y cultural que proyecta en el plano jurídico el carácter democrático y participativo de nuestra República" (Cifuentes, E., citado por Angarita y Otros, 1995). Por esta razón, "El reconocimiento de la diversidad étnica y cultural en la Constitución supone la aceptación de la alteridad ligada a la aceptación de multiplicidad de formas de vida y sistemas de comprensión del mundo diferentes de los de la cultura occidental” (Ibídem). La Constitución contiene diversos artículos que consagran los derechos de los pueblos indígenas en materia de educación y cultura[3]. La Ley 115 de 1994, Ley General de Educación, define la educación para grupos étnicos como aquella que se ofrece a grupos o comunidades que integran la nacionalidad y poseen una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos fueros propios y autóctonos[4]. La mencionada Ley señala que los programas de etnoeducación deben ceñirse a los criterios de integralidad, interculturalidad, diversidad lingüística, participación comunitaria, flexibilidad y progresividad. Debe afianzar los procesos de identidad, conocimiento, socialización, protección y uso adecuado de la naturaleza, sistemas de organización, uso de las lenguas vernáculas, formación docente e investigación en todos los ámbitos de la cultura (art. 56). Reconoce las lenguas indígenas como oficiales en los respectivos territorios indígenas y ordena que debe ser tomada como base para la enseñanza de la lecto-escritura (art. 57). El Decreto 1860 de 1994, reglamentario de la Ley 115, ordena a cada establecimiento educativo elaborar el Proyecto Educativo Institucional (PEI) como un mecanismo para alcanzar los fines de la educación de acuerdo con las condiciones sociales, económicas y culturales. El Decreto 804 de 1995 reglamentario de la Ley 115 determina que la educación para los grupos étnicos se sustenta en un compromiso de elaboración colectiva, donde los distintos miembros de la comunidad intercambian saberes y vivencias con miras a mantener, recrear y desarrollar un proyecto global de vida de acuerdo con su cultura, lengua, tradiciones fueros propios y autóctonos; determina los fundamentos del currículo (territorialidad, autonomía, lengua, concepción de la vida de cada pueblo, historia e identidad según sus usos y costumbres; define criterios para elaboración de currículos, alfabetos oficiales, organización y funcionamiento del gobierno escolar, calendarios e infraestructura física, y elaboración de materiales educativos y recursos didácticos. El Decreto 1860 De 1994 reglamenta parcialmente la Ley 115 de 1994, en los aspectos pedagógicos y organizativos generales, ordenando que cada establecimiento educativo debe elaborar el Proyecto Educativo Institucional (PEI) como un mecanismo para alcanzar los fines de la educación de acuerdo con las condiciones sociales, económicas y culturales. El Decreto 230 De 2002, dicta normas en materia de currículo, evaluación y promoción de los educandos y evaluación institucional”). Desde finales de los años setenta del siglo pasado se han adelantado diversos programas de etnoeducación, impulsados por el Estado, las Organizaciones, las iglesias y las ONG. Estas experiencias se han caracterizado por una gran diversidad debido a factores como: origen de la iniciativa, enfoque de los programas y niveles de participación comunitaria. Después de más de 20 años de etnoeducación se ha acumulado una valiosísima experiencia, pero al mismo tiempo subsisten aún graves problemas que deben ser corregidos con el fin de fortalecer los procesos de identidad de los pueblos indígenas y desde esas experiencias aportar a la educación general en el país. En Colombia existe un movimiento indígena consolidado y fuerte que se inició de manera organizada desde los años setenta del siglo pasado, cuando los indígenas se vincularon a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), pero en 1982 se conformó la Organización Nacional Indígena de Colombia -ONIC. Tanto las organizaciones regionales como la ONIC plantearon desde sus inicios la exigencia de una educación propia. En el Primer Congreso Indígena Nacional, en 1982, se planteó la urgencia de rescatar las formas de educación propia asumir gradualmente el control de la educación, investigar y profundizar la propia historia y fortalecer la lengua y la tradición oral como mecanismos de transmisión de la cultura.3. Fundamentos de la evaluación
3.1 Concepto de Educación
En Colombia los pueblos indígenas han asumido que el derecho a la diferencia está directamente ligado a la capacidad de decisión de cada pueblo sobre el tipo de educación que quiere para sus hijos. Por esa razón las organizaciones locales, regionales y nacionales han incluido la educación como uno de los componentes fundamentales en sus propuestas de autonomía. En el análisis de la educación, los indígenas reconocen que la escuela ha sido uno de los factores decisivos para la desintegración cultural al imponer ritmos, tiempos, conocimientos y valores que alteran profundamente las pautas de socialización. La escuela, igualmente, ha contribuido a subvalorar la concepción cultural del territorio, las formas de comunicación y los conocimientos tradicionales, socavando el sentido de pertenencia y de identidad. Pero, al mismo tiempo ha brindado alternativas de supervivencia y de resistencia frente a la sociedad dominante, al posibilitar el aprendizaje del español, las matemáticas y otros conocimientos requeridos para la interacción con los demás grupos. Pese al papel desintegrador de la escuela, muchos pueblos han mantenido y desarrollado sus formas de vida comunitaria, su cultura y visión del mundo, los procesos de socialización, la oralidad y una serie de practicas cotidianas y espacios educativos propios. De alguna manera se han apropiado de la institución escolar y la defienden, reconociéndola como factor de prestigio y ascenso social. "... la escuela ya es considerada como algo propio. Ahora uno no puede decir que va a quitar la escuela porque le mandan una tutela"[5]. Partiendo de estos análisis los indígenas han concluido en la necesidad de apropiarse de la escuela y reorientar su misión de manera que responda a las características y necesidades de los diferentes pueblos. Han visto que la educación formal, además de coadyuvar a la defensa del territorio, la autonomía y las formas de organización y gobierno, debe contribuir a fortalecer las lenguas autóctonas, a conocer y a valorar la historia y las costumbres de cada pueblo, sin dejar de lado la relación con otros pueblos y otras culturas. Entre las principales características atribuidas por los indígenas a la educación se pueden señalar:- De manera reiterada proponen una educación que “enseñe a los niños a respetar sus autoridad
- Frente a la educación oficial interesada por imponer otros valores proponen una educación que fortalezca su identidad y su sentido de pertenencia: “Cuando hablamos de educación propia entendemos aquella educación donde aprendemos a ser indígenas Sikuani, Wayuú, Tule, Nasa, Embera, Uitoto, Wiwa, Curripaco, Pijao, Zenú y todo ser indígena en general...” (ONIC, 1998a).
- Frente a la visión oficial tradicional que equipara educación con aula, sostienen que la educación se realiza “en los hogares, en los espacios y momentos de encuentro de la kankurua[6], de la maloca, del río, del fogón” y que existen muchos modos de enseñar: “a través de las historias, los sueños, los consejos, la ley de origen, la palabra de los sabios y la acción conjunta de la comunidad” (0NIC, 1997).
- Es un proceso permanente que “se inicia antes de nacer el niño y va mucho más allá de la muerte”.
- Es integral (holística) porque tiene en cuenta la realidad en toda su complejidad, sin parcelarla, y en sus diferentes dimensiones, analizando los hechos y procesos dentro del contexto total.
- Se fundamenta en una espiritualidad profunda puesto que considera al hombre como parte de la naturaleza, con la misión de cuidar, proteger, respetar y defender la madre tierra, manteniendo la armonía entre el hombre y el cosmos, bajo la guía de las autoridades tradicionales y los sabios, depositarios de conocimientos y saberes milenarios (Ibídem).
- Es una estrategia de resistencia y de lucha por la autonomía: “Por eso hoy necesitamos educarnos para la acción externa sin dejar de ser lo que somos y ante todo sin perder el objetivo de lucha y resistencia. De hecho hoy debemos reflexionar cómo seguir preparando y formando a nuestros hijos para continuar luchando y resistiendo para seguir ejerciendo ante todo el control territorial y la conquista de la autonomía” (Ibídem).
- Debe preparar a los individuos para afrontar los retos del mundo actual: “En un mundo en el que la globalización y la modernización son cada día más fuertes y aplastantes, no se puede pretender que los pueblos indígenas vivamos soñando vivir el tiempo pasado de tranquilidad [que vivieron] nuestros antepasados... al contrario, el contacto con lo externo ha sido siempre nuestro gran desafío... (ONIC, 1997).