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Argumentar para convencer
7 Octubre, 2019
La argumentación forma parte de la vida diaria de cualquier persona. Su presencia se observa en todo tipo de situaciones: en las discusiones privadas, en la familia, con los vecinos, etc. De ahí la importancia de la temática del documento que compartimos, dado que presenta una secuencia didáctica para trabajar la argumentación, como un tipo de texto, ya sea oral o escrito, que tiene como propósito persuadir o convencer al otro. A modo de ejemplo imagínese a un padre que quiere convencer a su hijo adolescente de la necesidad de distribuir mejor su tiempo entre los estudios y el deporte que practica. Como en toda situación de argumentación, hay una serie de elementos que la caracterizan: 1º se trata de una situación que nace de una controversia acerca de un tema (padre e hijo difieren sobre la organización del tiempo libre); 2º el argumentador adopta una posición sobre el tema en cuestión (el padre piensa que el hijo debería pasar menos tiempo en el deporte y más en los estudios); 3º el argumentador busca modificar las opiniones o las actitudes de una persona o de un grupo (el padre intenta cambiar el punto de vista de su hijo). Finalmente, si el argumentador quiere verdaderamente alcanzar su objetivo, debe estudiar, anticipar y tomar en consideración la postura del destinatario.
No es una novedad para nadie que en la enseñanza practicada habitualmente predominan las actividades de lectura y escritura de textos narrativos. La costumbre es que la enseñanza sistemática de la argumentación se introduzca tarde, al final de la escolaridad obligatoria, con resultados que muchos consideran insatisfactorios. No solamente no se enseña, sino que ni aparece en los libros de lectura de los estudiantes. La argumentación es considerada como fuente de conflictos y contraria a la neutralidad, cuando puede constituir un medio de resolver o de negociar los conflictos y de canalizar, a través de la palabra, la agresividad de los alumnos. Curiosamente, se aceptan mejor las formas indirectas de manipulación que las estrategias discursivas dirigidas a convencer y persuadir. Esta cuestión no sólo es grave desde un punto de vista ideológico, sino que lo es también, y sobre todo, desde el punto de vista de los aprendizajes escolares.
Se sabe que el desarrollo de las capacidades para leer exige un aprendizaje diversificado. No es lo mismo comprender un texto narrativo, una consigna para resolver un problema de matemáticas, un artículo de una enciclopedia, un editorial de prensa o una carta de protesta/denuncia. La consigna de matemáticas exige una lectura integral precisa; la narración entraña una comprensión mucho más global; un artículo de enciclopedia pide una lectura selectiva. La comprensión de los textos argumentativos es diferente también: supone que se captan las opiniones expresadas por el argumentador, los razonamientos subyacentes, las ironías, los contra-argumentos, las concesiones, el encadenamiento sutil de los argumentos del texto, etc. En la perspectiva de una enseñanza eficaz y diversificada de la lectura, la presencia de textos de opinión se impone a partir de los primeros años de escolaridad.
Fuente: Dolz, Joaquín; Pasquier, Auguste / Traducción y adaptación: P. Labaien, Mª.J. Sánchez; F.J. Sierra (1997) Argumentar para Convencer. Colección Recursos Didácticos. Publicaciones del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra. España. Recuperado de Educación.Navarra